Devoción matutina para Jóvenes 2019 – Volando alto
Como el lirio entre los espinos, así es mi amiga entre las doncellas. Cantares 2:2.
En febrero de 1983, la Universidad de Montemorelos preparaba un programa literario-musical, por lo que invitaron a quien quisiera declamar o cantar a que se inscribiera y demostrara su talento ante el comité de actividades sociales. El tema era “El amor”.
Yo trabajaba en la oficina del hogar de varones, y ahí llegaban los jóvenes a hacer llamadas telefónicas. Mientras esperaban turno, comentaban acerca del programa. El entusiasmo es contagioso, y los jóvenes son arrojados, así que el susodicho programa comenzó a interesarme.
Yo no tenía talento musical, tampoco era declamador, pero tenía unos versos guardados en un papel arrugado. Le había escrito ese poema a una amiga risueña y alegre. Por medio de esos versos quise ablandar su voluntad, pues no quería conmigo más que amistad, pero el plan se frustró.
Los versos me parecían chistosos más que románticos, y pensé que a los jóvenes les gustaría escuchar algo fuera de lo común.
Cuando quise registrarme, ya era tarde, pero no me di por vencido. Acudí ante el presidente del club de varones y le leí los versos. Al principio él no pareció interesarse en el poema, pero me prometió interceder por mí ante el comité. Leí el poema delante de esos profesores que no parecían dispuestos a incluir a nadie más, y fue aceptado.
Había otra dificultad: yo era muy retraído. ¿Cómo iba a presentarme ante un público de más de dos mil jóvenes con un poema que ni siquiera me sabía de memoria? Pero ya me había comprometido, y no me atreví a pedir que me excluyeran.
Entonces tomé conciencia de que los desafíos deben ser enfrentados; así que me puse mis mejores ropas, y me consideré listo para enfrentar a un público ruidoso y exigente.
Nada estaba saliendo bien. El poema no convenció a la muchacha. ¿Haría yo el ridículo delante de toda la comunidad universitaria? Estaba preocupado, pero mi ángel estaba conmigo. Él me acompañaría cuando llamaran mi nombre.