DEVOCIÓN MATUTINA PARA JÓVENES 2018
365 VIVENCIAS DE JÓVENES COMO TÚ
Lecturas devocionales para Jóvenes 2018
«Pues donde esté tu riqueza, allí también estará tu corazón». Mateo 6: 21
CUANDO TENÍA DOCE AÑOS, mis padres, mis hermanos y yo nos mudamos a otra ciudad en busca de más oportunidades de estudio y trabajo. Mis padres lograron establecer un negocio en un centro de comercio de una pequeña población. Al principio no fue fácil, como todo inicio. Apenas lograban hacerle frente a los gastos del hogar. Con el tiempo, mis padres descubrieron que algo les faltaba en su estilo de vida cristiano: «descubrieron» los principios de la mayordomía cristiana. De inmediato mis padres se hicieron socios con Dios. Decidieron ser fieles en los diezmos y las ofrendas. A partir de ese momento el negocio comenzó a prosperar, a crecer y a florecer. Y las bendiciones no se hicieron esperar.
En lo que a mí respecta, de pequeño padecí varias enfermedades crónicas respiratorias y hepáticas. Los médicos no me daban muchas esperanzas de curación; pero mi madre creía todo lo contrario, por eso oraba mucho por mí. Sabía que la confianza en Dios es lo primero, lo mejor y lo más importante. Con el tiempo, mis enfermedades desaparecieron por completo.
Mis hermanos mayores, un hermano y una hermana, terminaron la secundaria y comenzaron sus estudios universitarios. Después me llegó el turno y finalmente a mi hermano menor. Todos terminamos una carrera universitaria, gracias a las bendiciones que Dios derramó sobre nuestra familia.
Gracias al ejemplo de nuestros padres, mis hermanos y yo aprendimos los principios de la mayordomía cristiana y hoy los practicamos también.
Cuando me casé experimenté otro milagro. Mi esposa quedó embarazada pero los médicos nos alertaron sobre la posibilidad de que nuestro hijo naciera prematuro y con ciertos problemas de salud, pero gracias a Dios nuestro hijo nació de parto natural, sano y fuerte y es la alegría del hogar.
Hoy, mi esposa, nuestro hijo y yo, estamos seguros de que la mano de Dios nos acompaña. Gozamos de buena salud y tenemos todo lo necesario. Aprendimos que poner a Dios en primer lugar, es la mejor elección que podemos tomar.
Hoy te animo a colocar tus tesoros en las manos de Dios, pues donde esté tu tesoro, estará también tu corazón.
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365 VIVENCIAS DE JÓVENES COMO TÚ
Lecturas devocionales para Jóvenes 2018
«Yo sé los planes que tengo para ustedes, planes para su bienestar y no para su mal, a fin de darles un futuro lleno de esperanza. Yo, el Señor, lo afirmo». Jeremías 29: 11
Decidí entregar mi vida a Cristo cuando mi cuñada me regaló literatura adventista. Quedé entusiasmada y con deseos de conocer más del Cristo que ella predicaba. Veía en ella una vida llena de fidelidad y buen testimonio. La paz que ella reflejaba me motivó aún más para llegar a conocer la verdad. No muchos días después me convencí de que la Iglesia Adventista del Séptimo Día presentaba la verdad según está contenida en la Biblia. Así que el sábado 19 mayo de 1979 me bauticé en la Iglesia de Chalatenango, en El Salvador.
Aceptar la fe adventista supuso romper con mi pasado y abandonar mi antigua iglesia, pero no me arrepiento. Después de mi bautismo me dediqué a compartir la verdad con mis familiares y amistades. Al igual que tú, he experimentado pruebas y desafíos de diversos tipos, pero Dios siempre estuvo a mi lado. La prueba más grande que tuve que enfrentar fue la ruptura de mi matrimonio. Después de veinticinco años de matrimonio mi esposo me abandonó. En esos momentos mi fe se tambaleó, pero por la gracia de Dios me mantuve firme.
Han pasado más de treinta y cinco años desde que entregué mi vida a Cristo. Hoy me llena de satisfacción de ver a más de sesenta miembros de mi familia, entre ellos mis cuatro hijos, sus esposas y mis nueve nietos, formando parte del Pueblo de Dios. Como habrás notado, no soy tan joven como el resto de los colaboradores de este libro devocional, y creo que eso me da la oportunidad de hablarte desde la perspectiva de la experiencia. Andar con Jesús es la más hermosa experiencia que puedes tener. Aunque pases momentos difíciles, no los atravesarás solo. ¡Ánimo! La recompensa está asegurada.
Hay otra lección de mi experiencia que quiero compartir contigo. Conocí el evangelio por medio de la página impresa. Solo dos páginas fueron más que suficiente para cambiar mi vida y acercarme a Cristo.
Así que hoy quiero animarte a que leas lo que nuestra iglesia prepara para nuestro crecimiento espiritual y también te invito a compartir el evangelio por medio de nuestros libros y revistas.
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365 VIVENCIAS DE JÓVENES COMO TÚ
Lecturas devocionales para Jóvenes 2018
«Yo te libraré de que te maten. Podrás escapar con vida, porque confiaste en mí. Yo, el Señor, lo afirmo». Jeremías 39: 18
El viernes 18 de septiembre de 2015 fui interceptado por dos jóvenes que pertenecían a una de las pandillas más temidas de la ciudad. Me amenazaron y me llevaron a un edificio abandonado. Hicieron que me quitara la camisa para ver si encontraban tatuajes alusivos a pándillas rivales. Me quitaron mi mochila para revisar su contenido. En ella llevaba mi Biblia y mi uniforme de la Unidad de Rescate Adventista (URA).
Los delincuentes pensaron que yo era un agente policial debido a las botas, que son parte del uniforme de la URA, por lo que resolvieron quitarme la vida. Yo les dije que no era policía, sino que era parte de un grupo de rescate de la Iglesia Adventista del Séptimo Día. Ellos, al ver mi Biblia, me preguntaron si asistía a la iglesia, y les dije que sí. Para comprobar que no les estaba mintiendo me preguntaron citas bíblicas y yo les contesté acertadamente, gracias a Dios. Luego me quitaron mis documentos y al ver la dirección donde vivía dijeron que era otra razón para quitarme la vida ya que afirmaban que vivía en una ciudad donde dominaba la pandilla contraria.
Todo el tiempo que estuve en aquel edificio abandonado me mantuve orando, pidiendo la protección divina. Los jóvenes me preguntaban si en verdad vivía en una ciudad controlada por la pandilla contraria a ellos o si eran ellos mismos los que controlaban la zona, a lo cual no podía responderles con certeza, porque no sabía. Esto los enojó muchísimo pero cuando estaban a punto de golpearme se detuvieron y por la misericordia de Dios decidieron no hacerlo.
Luego de más o menos una hora y media, los delincuentes decidieron dejarme ir. Me dijeron que era el primero que dejaban ir sin ningún golpe. Me devolvieron mi mochila con el uniforme y mis documentos, aunque se quedaron con mi teléfono celular y el dinero en efectivo que llevaba, solo me dejaron unas monedas para que pudiera tomar el autobús que me llevaría al lugar donde vivía mi hermano mayor. Ese día Dios me libró de morir.
Sé que conoces varios testimonios de rescates, y hoy quiero añadir que Dios enviará a su ángel para que hoy te proteja de los peligros que encontrarás.
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365 VIVENCIAS DE JÓVENES COMO TÚ
Lecturas devocionales para Jóvenes 2018
«Antes de darte la vida, ya te había yo escogido; antes de que nacieras, ya te había yo apartado; te había destinado a ser profeta de las naciones». Jeremías 1: 5
COMO EL TITULO DE ESTA REFLEXIÓN LO INDICA, mi vida es un milagro. Esto ha sido así desde mi nacimiento. Nací prematuramente y con muchas complicaciones, mi madre creyó que iba a morir así que me colocó en un cesto para no verme morir, pero Dios tenía otros planes y sobreviví. A los siete años comencé a utilizar pegamento de zapato para dragarme, mi madre nunca se dio cuenta ya que pasaba la mayor parte de su tiempo trabajando arduamente en el mercado. Con el paso del tiempo e influenciado por las malas compañías empecé a consumir otras drogas como marihuana y cocaína.
A medida que me hundía en el vicio tuve que comenzar a robar para poder comprar drogas. Una tarde, unos pandilleros me cortaron la garganta y me dispararon dañándome un pulmón. Me llevaron a un hospital mientras me desangraba y cuando se disponían a operarme perdí el conocimiento y caí en coma. Tres días después desperté del coma y los médicos se sorprendieron cuando vieron que la operación que me habían realizado había sanado por completo. Me practicaron varios estudios sin comprender cómo mis cuerdas vocales estaban totalmente sanas, uno de los médicos dijo: «Esto es un milagro de Dios».
Luego de aquella experiencia cualquiera pensaría que entregaría mi vida a Cristo, pero no fue así, continúe utilizando drogas. Un día, un joven cristiano llamado Kelvin Meléndez me abrazó y me dijo que Dios me amaba. Yo no comprendía cómo Dios podría amar a alguien como yo. Ese día robé aproximadamente diez mil dólares, lo gasté todo en drogas y me encerré durante veintidós días, dragándome continuamente. Cuando salí de ese lugar decidí acabar con mi vida, pero Dios me lo impidió.
Luego de haber tocado fondo me llevaron a un centro de rehabilitación y ahí comenzó mi vida de nuevo, Hoy disfruto de una bella familia y del servicio a Dios en mi iglesia local. Casi pierdo la voz cuando los pandilleros me cortaron la garganta, pero hoy la utilizo para alabar a Dios por medio del canto.
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365 VIVENCIAS DE JÓVENES COMO TÚ
Lecturas devocionales para Jóvenes 2018
«Todo esto es un regalo de Dios, quien nos trajo de vuelta a sí mismo por medio de Cristo. Y Dios nos ha dado la tarea de reconciliar a la gente con él». 2 Corintios 5: 18, NTV
Hola, soy Ricardo Ernesto Guerra Araujo y quiero compartir contigo la historia de mi conversión. Un día recibí una invitación muy especial de parte de uno de mis mejores amigos para asistir a las reuniones del Club de Conquistadores de la iglesia a la que él asistía. Al principio le puse mil y una excusas porque yo asistía a la Iglesia Católica; era uno de los aspirantes a viajar a Roma para estudiar y ser sacerdote de la parroquia a la que asistía. Era la religión en la que fui instruido por mis padres desde pequeño y ya que estudiaba en el Colegio Don Bosco todo era muy prometedor, pero ese domingo estaba aburrido y mi amigo insistió en que lo acompañara aunque fuera una sola vez para distraerme.
Decidí acompañarlo finalmente, y les puedo decir que esa fue, es y será, la mejor decisión de mi vida. Aquel domingo disfruté muchísimo de las diferentes actividades que allí se desarrollaron. A partir de ese día esperaba que llegaran los domingos por la tarde para ir al Club.
Lo más serio y difícil para mí fue cuando quise ir a mi primer campamento ya que a mis padres no les agradaba la idea de que yo asistiera a otra iglesia, así que unos hermanos fueron a pedir permiso por mí, pero mis padres respondieron que si yo asistía en ese mismo momento dejaría de ser hijo de ellos. Fue duro para mí, pero a pesar de todo fui a mi primer campamento sin pensar en lo que pasaría al regresar. Estando en el campamento sentí el llamado de Dios resonando tan fuerte dentro de mí que no pude resistirme y me bauticé. Así llegué a la Iglesia Adventista del Séptimo Día y cada día procuro caminar con Jesús para alcanzar la vida eterna.
Conté con la bendición de tener un amigo especial que me llevó a Cristo por medio del Club de Conquistadores. Hoy, querido joven, Dios puede usar otras personas para cambiar tu vida, pero más importante aun: Hoy tú puedes ser el instrumento que lleve salvación a la vida de otra personas.
DEVOCIÓN MATUTINA PARA JÓVENES 2018
365 VIVENCIAS DE JÓVENES COMO TÚ
Lecturas devocionales para Jóvenes 2018
«Pues él mandará que sus ángeles te cuiden por dondequiera que vayas. Te levantarán con sus manos para que no tropieces con piedra alguna». Salmos 91: 11-12
Era viernes de tarde, Katherine y Juan debían salir del colegio y llegar temprano a casa, pero no sabían lo que les esperaba en el camino. Andrea, la tía de ellos, les pidió que la esperasen, pero ellos le comentaron que ya era muy tarde y el viaje de regreso era muy largo. Andrea les sugirió que tomaran un camino más corto, así los tres llegarían a tiempo; única dificultad era que el camino no tenía iluminación y había muchos árboles y callejones.
Solo llevaban una linterna y sus respectivos teléfonos celulares pero no quedaba otra opción, así que empezaron a andar. Antes de entrar a la parte oscura del camino elevaron una oración porque sabían que no sería fácil. Para colmo de males, aquella zona se estaba volviendo cada vez más insegura, la gente comentaba que jóvenes de otros lugares llegaban ahí para extorsionar y quitar las pertenencias de los transeúntes.
Katherine, Juan y Andrea siguieron el camino. De pronto escucharon los pasos de otra persona que los seguía, en ese momento ninguno de ellos se atrevía a voltear para ver quién era. Oraron silenciosamente pidiendo la protección divina. Andrea resbaló y se cayó, pero tan pronto como pudo se levantó y siguió avanzando. Al llegar a uno de los callejones más largos decidieron caminar más de prisa, sin mirar atrás.
De pronto empezaron a escuchar muchos pasos entre las hojas secas y cómo estos se comenzaban a acercar hacia ellos. Aceleraron el paso hasta más no poder y llegaron a casa muy asustados, pero agradecidos con Dios por haberlos cuidado. Nunca supieron quién era la persona que venía detrás de ellos, pero Katherine, Juan y Andrea creen que el ángel de Jehová los acompañó desde el principio hasta el final del camino.
La promesa bíblica se hizo realidad en la vida de aquellos jóvenes que elevaron oraciones fervientes. Tú y yo no somos diferentes a ellos, no importa cuán difícil sea la situación por la que estés atravesando. El mismo Dios que estuvo con Moisés, Josué y Daniel es el mismo que está dispuesto a pelear por ti la mayor y más dura de las batallas y enviar a sus ángeles para proteger tu vida y la de los tuyos.
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«Pues él mandará que sus ángeles te cuiden por dondequiera que vayas. Te levantarán con sus manos para que no tropieces con piedra alguna». Salmos 91: 11-12
Era viernes de tarde, Katherine y Juan debían salir del colegio y llegar temprano a casa, pero no sabían lo que les esperaba en el camino. Andrea, la tía de ellos, les pidió que la esperasen, pero ellos le comentaron que ya era muy tarde y el viaje de regreso era muy largo. Andrea les sugirió que tomaran un camino más corto, así los tres llegarían a tiempo; única dificultad era que el camino no tenía iluminación y había muchos árboles y callejones.
Solo llevaban una linterna y sus respectivos teléfonos celulares pero no quedaba otra opción, así que empezaron a andar. Antes de entrar a la parte oscura del camino elevaron una oración porque sabían que no sería fácil. Para colmo de males, aquella zona se estaba volviendo cada vez más insegura, la gente comentaba que jóvenes de otros lugares llegaban ahí para extorsionar y quitar las pertenencias de los transeúntes.
Katherine, Juan y Andrea siguieron el camino. De pronto escucharon los pasos de otra persona que los seguía, en ese momento ninguno de ellos se atrevía a voltear para ver quién era. Oraron silenciosamente pidiendo la protección divina. Andrea resbaló y se cayó, pero tan pronto como pudo se levantó y siguió avanzando. Al llegar a uno de los callejones más largos decidieron caminar más de prisa, sin mirar atrás.
De pronto empezaron a escuchar muchos pasos entre las hojas secas y cómo estos se comenzaban a acercar hacia ellos. Aceleraron el paso hasta más no poder y llegaron a casa muy asustados, pero agradecidos con Dios por haberlos cuidado. Nunca supieron quién era la persona que venía detrás de ellos, pero Katherine, Juan y Andrea creen que el ángel de Jehová los acompañó desde el principio hasta el final del camino.
La promesa bíblica se hizo realidad en la vida de aquellos jóvenes que elevaron oraciones fervientes. Tú y yo no somos diferentes a ellos, no importa cuán difícil sea la situación por la que estés atravesando. El mismo Dios que estuvo con Moisés, Josué y Daniel es el mismo que está dispuesto a pelear por ti la mayor y más dura de las batallas y enviar a sus ángeles para proteger tu vida y la de los tuyos.
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«Ustedes aman a Jesucristo, aunque no lo han visto; y ahora, creyendo en él sin haberlo visto, se alegran con una alegría tan grande y gloriosa que no pueden expresarla con palabras». 1 Pedro 1: 8
El viernes 20 de marzo, cuando ya el sol se había ocultado y habían empezado las horas sagradas del sábado, nos disponíamos a descansar para poder llegar temprano a la iglesia el día siguiente y realizar actividades del Día de la Bondad y la Compasión en las iglesias que pastoreo.
Aquella noche, antes de irme a la cama una hermana vino a buscarme y me pidió que la ayudara a organizar algunas raciones que habían llegado para el Distrito de Sabanetas. Salí junto con mi esposa dejando a nuestros hijos Nayelli de tres años y Christopher de siete durmiendo en casa mientras unas hermanas del vecindario se quedaron cuidándolos.
El trabajo se prolongó hasta casi medianoche, decidí regresar con mi esposa y llegamos a casa cerca de la doce de la noche. Al entrar a la casa, sin sospechar lo que nos esperaba, fui al baño y mi esposa fue a la habitación de huéspedes para que las hermanas que cuidaban a los niños pudieran dormir. De repente un disparo de escopeta arranca un grito de los labios de mi esposa. Salí del baño a toda prisa solo para ser interceptado por varios hombres enmascarados apuntándome sin decir nada más que «Vas a morir», y, pensando en que habían asesinado a mi esposa, reaccioné evitando que llegaran a mis hijos. Los hombres realizaron varios disparos que me impactaron en el lado izquierdo del cuello.
Un hermano y mi familia me trasladaron al hospital más cercano, que quedaba a una hora de distancia. Al llegar me ingresaron en la sala de emergencias, donde los doctores sorprendidos no entendían cómo la bala no había tocado la yugular. Uno de los médicos me dijo: «En el cielo te quieren mucho».
Aquella tenebrosa noche el Dios invisible se había hecho presente y salvó mi vida y la de mi familia. Hoy puedo seguir proclamando las buenas nuevas de salvación.
Es probable que no hayas atravesado una experiencia similar, pero hoy quiero que salgas a enfrentar la vida con la seguridad de que hay un Dios real que te protege.
Encomienda hoy tu vida en sus manos y el Señor podrá bendecirte.
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«Ustedes aman a Jesucristo, aunque no lo han visto; y ahora, creyendo en él sin haberlo visto, se alegran con una alegría tan grande y gloriosa que no pueden expresarla con palabras». 1 Pedro 1: 8
El viernes 20 de marzo, cuando ya el sol se había ocultado y habían empezado las horas sagradas del sábado, nos disponíamos a descansar para poder llegar temprano a la iglesia el día siguiente y realizar actividades del Día de la Bondad y la Compasión en las iglesias que pastoreo.
Aquella noche, antes de irme a la cama una hermana vino a buscarme y me pidió que la ayudara a organizar algunas raciones que habían llegado para el Distrito de Sabanetas. Salí junto con mi esposa dejando a nuestros hijos Nayelli de tres años y Christopher de siete durmiendo en casa mientras unas hermanas del vecindario se quedaron cuidándolos.
El trabajo se prolongó hasta casi medianoche, decidí regresar con mi esposa y llegamos a casa cerca de la doce de la noche. Al entrar a la casa, sin sospechar lo que nos esperaba, fui al baño y mi esposa fue a la habitación de huéspedes para que las hermanas que cuidaban a los niños pudieran dormir. De repente un disparo de escopeta arranca un grito de los labios de mi esposa. Salí del baño a toda prisa solo para ser interceptado por varios hombres enmascarados apuntándome sin decir nada más que «Vas a morir», y, pensando en que habían asesinado a mi esposa, reaccioné evitando que llegaran a mis hijos. Los hombres realizaron varios disparos que me impactaron en el lado izquierdo del cuello.
Un hermano y mi familia me trasladaron al hospital más cercano, que quedaba a una hora de distancia. Al llegar me ingresaron en la sala de emergencias, donde los doctores sorprendidos no entendían cómo la bala no había tocado la yugular. Uno de los médicos me dijo: «En el cielo te quieren mucho».
Aquella tenebrosa noche el Dios invisible se había hecho presente y salvó mi vida y la de mi familia. Hoy puedo seguir proclamando las buenas nuevas de salvación.
Es probable que no hayas atravesado una experiencia similar, pero hoy quiero que salgas a enfrentar la vida con la seguridad de que hay un Dios real que te protege.
Encomienda hoy tu vida en sus manos y el Señor podrá bendecirte.
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Lecturas devocionales para Jóvenes 2018
«El Señor dice: “Mis ojos están puestos en ti. Yo te daré instrucciones, te daré consejos, te enseñaré el camino que debes seguir”». Salmo 32: 8
LOS CATORCE AÑOS tomé la decisión de convertirme en médico misionero. Cuando terminé los estudios de Medicina y mi especialidad, inicié la carrera misionera en la clínica adventista local que, hoy en día, es un un día, el decano de mi antigua Facultad de Medicina me llamó y me ofreció entrar a formar parte del Departamento de Anatomía como profesor. Era un honor prestigioso para un joven médico, y una oportunidad poco frecuente y prematura, para labrarme un nombre en la comunidad médica. Sin embargo, la junta directiva del hospital adventista rechazó la autorización para aceptar el puesto, obligándome a elegir entre «la obra y la cátedra académica.
Durante varios días dudé entre aceptar esta oferta tentadora y el compromiso solemne que había hecho de servir a Dios como médico misionero toda mi vida. Finalmente, por temor a decepcionar a Dios, elegí honrar mi llamamiento, aunque consideraba que la decisión que había tomado era un suicidio profesional y económico.
No obstante, doy gracias a Dios porque, a día de hoy, echando la vista atrás a estos maravillosos años de servicio (casi cincuenta) en diferentes niveles y cargos en la iglesia, puedo proclamar con gratitud que, lejos de haber sufrido un suicidio profesional o financiero, han sido años en los cuales he recibido bendiciones excepcionales. Tal y como me había prometido, desde ese día, Dios me ha «dado instrucciones, y me ha enseñado el camino que debía seguir», y «sus ojos han estado siempre puestos en mí». La vida no ha sido siempre fácil pero, servir a Dios otorga una satisfacción y una alegría que no se pueden medir con dinero u otros bienes materiales.
Nunca me convertí en un eminente profesor, pero mi familia y yo hemos tenido el privilegio de servir plena y directamente en la gran obra de salvación de las almas al conducirlos al Médico supremo. Mi ministerio también ha servido para proteger mi fe, guardarme del egoísmo, del materialismo y de otras tentaciones que amenazan mi relación personal con Dios.
¡Sí! Los planes de Dios para nuestra vida son siempre los mejores, al margen de las circunstancias. Confiemos en él y nunca nos sentiremos decepcionados hospital.