DEVOCIÓN MATUTINA PARA JÓVENES 2018 365 VIVENCIAS DE JÓVENES COMO TÚ Lecturas devocionales para Jóvenes 2018
«Fijemos nuestra mirada en Jesús, pues de él procede nuestra fe y él es quien la perfecciona». Hebreos 12: 2
La capilla estaba repleta de jóvenes y adolescentes. Yo tenía catorce años y había cantado en campamentos anteriormente, pero lo que estaba a punto de averiguar era que esa vez todo sería diferente.
Empecé la canción y todo iba bien hasta que noté un grupo de chicas susurrando en las bancas de atrás. «Seguro están criticándome —pensé—. ¿Y si no lo hago bien y la gente se burla de mí? ¡Desearía tener una mejor voz!». Un pensamiento llevo al otro y el pánico comenzó a apoderarse de mí. Mi respiración se tornó cortada y rápida por la ansiedad. Como resultado, cuando llegó el momento en que debía inhalar todo el aire necesario y enfocar la fuerza en el diafragma para entonar la nota que seguía… ¡Horror! ¡¡¡Horror!!! En medio de la canción, perdida en preocupaciones y cavilaciones, había cometido el error más temido: ¡Había desentonado frente a más de seiscientas personas!
Estaba devastada, a los catorce años había ganado un indeseado amigo: el pánico escénico. Es normal que los jóvenes prestemos atención a lo que piensan los demás, porque esto es parte del proceso de desarrollo de nuestra identidad. Pero, ¿qué pása si te enfocas siempre en lo que los demás piensan de ti?
Incluso uno de los discípulos más cercanos a Jesús pasó por esta experiencia, me refiero a Pedro. Mientras el veterano pescador caminaba sobre las aguas desvió la vista de Jesús para ver cómo estaban reaccionando sus amigos al verlo realizar dicha proeza. En ese momento también notó las olas y la inmensa oscuridad del mar y comenzó a hundirse. Jesús lo salvó y ese día Pedro aprendió una gran lección.
En mi caso, el miedo fue tan abrumador que consideré abandonar el ministerio musical que tanto amaba. Pero una noche, en oración, Cristo me mostró que debía cambiar de enfoque. Aprendí a mirar a Jesús y depender de él en lugar de mirar a las chicas murmurando en las bancas de atrás. Compartir el amor de Dios a través de la música es una linda experiencia, pero la mayor bendición es saber que en medio del miedo o la inseguridad puedo enfocar mi vista en Jesús y no en la oscuridad del mar de la vida.