DEVOCIÓN MATUTINA PARA JÓVENES 2018
365 VIVENCIAS DE JÓVENES COMO TÚ
Lecturas devocionales para Jóvenes 2018
«La mano del Señor no es corta para salvar, ni es sordo su oído para oír. Son las iniquidades de ustedes las que los separan de su Dios. Son estos pecados los que lo llevan a ocultar su rostro para no escuchar». Isaías 59: 1-2, NVI
Crecí en un entorno adventista y recibí una educación basada en el amor y la fe en Dios. Desde que se me presentó la ocasión, participé en las actividades de la iglesia, pero tenemos un enemigo que solo desea nuestro
fracaso.
Los años pasaron y terminé la escuela. Como sabes, para pasar a la universidad hay que realizar una revisión médica al final del trimestre, y el resultado fue difícil de escuchar: tenía escoliosis. Comenzaron los paseos a la consulta de los especialistas. El primero, después de hacerme una radiografía, me dijo que tenía una curva de 21° en la parte superior y en la parte inferior. Transcurrieron dos años y los dolores se hicieron insoportables. ¡Yo ya no podía más!
De vuelta en el médico, el resultado nos dejó sin palabras: Tenía que someterme a una cirugía puesto que el ángulo había sobrepasado los 55°. Empezamos los preparativos y Dios hizo posible que pudiera desplazarme con mi padre hasta Francia y operarme sin tener que pagar nada. La operación fue un éxito, pero no fue el final para mí. Luego surgió una complicación mayor: se me acumuló sangre en los pulmones. Me costaba respirar porque cuando lo intentaba, vomitaba; era atroz. Mi padre estaba allí y me apoyaba, pero mi estado empeoraba. Cada vez respiraba peor, me ahogaba, y nadie podía hacer nada. Sin embargo, como dice Isaías: «La mano del Señor no es corta para salvar, ni es sordo su oído para oír». La tarde del segundo día, mi padre me dejó y salió a hablar con la familia y los hermanos de iglesia, y todos se unieron en oración. La respuesta no se hizo esperar y, al día siguiente, estaba de pie con tan solo aire en mis pulmones. ¡Dios me salvó!
Puede que tú estés sufriendo, puede que creas que no tienes suerte. No sabes qué hacer porque ya te alejaste demasiado del buen camino…
Yo, sin embargo, te digo, aquí y ahora, que «la mano del Señor no es corta para salvar, ni es sordo su oído para oír» (Isaías 59: 1).