De cantar para Dios a cantar para el mundo, y de vuelta hacia Dios
DEVOCIÓN MATUTINA PARA JÓVENES 2018
365 VIVENCIAS DE JÓVENES COMO TÚ
Lecturas devocionales para Jóvenes 2018
«En Cristo, Dios estaba reconciliando consigo mismo al mundo, sin tomar en cuenta los pecados de los hombres; y a nosotros nos encargó que diéramos a conocer este mensaje». 2 Corintios 5: 19
COMO PRIMOGÉNITO de una familia adventista seguí el camino típico de un joven de la iglesia. Asistía con mis padres cada sábado, participaba en las actividades habituales y tocaba allí el piano desde los dieciséis años, pues mi gran pasión es la música. Formaba parte de los grupos de góspel pero lo cierto es que tocaba el piano sin realmente pretender conocer a Aquel a quien servía a través de mi pasión.
Aunque me bauticé a los diecisiete años, lo hice siguiendo los pasos «lógicos», sin sentir una conversión real, y poco a poco mi corazón se alejó de Dios. Finalmente, el amor por el mundo me atrapó, y el enemigo me empujó a afirmar mi posición «real»: dejé la iglesia a los 19-20 años.
Una cosa se sumó a la otra: participación en programas musicales seculares, placeres carnales, clubes, relaciones sexuales ilícitas y rebeldía. A los veintitrés años me propusieron emprender una carrera musical bajo el nombre de M’wayne, con todos los placeres que ello supone. Mis valores se degradaron y mi conciencia se apagó a fuego lento, y durante seis años, viví la vida de un cantante caribeño.
Sin embargo, el Señor escuchó lo que había en el fondo de mi alma, la aflicción de mi corazón herido a causa de esta vida tan alejada de él. Un duro golpe reavivó el haz de luz que quedaba en mí: el grave accidente de mi primo, quien aceptó a Jesús y puso de nuevo su vida en manos de Dios en su estado de paraplejia.
No tardé mucho en replanteármelo todo; el peso de la culpabilidad me invadió durante un mes y el arrepentimiento explotó por medio de lágrimas y oraciones: «Señor, deseo servirte ¡toma mi vida en tus manos!».
Libre de toda adicción carnal, de todo peso, de toda angustia y ahora con la paz que solo Dios puede dar al corazón, regresé al redil del Señor.
Hoy procuro hacer la voluntad de Dios y andar en sus caminos; busco proclamar sus obras y el evangelio para llevar a otros hasta Jesús. Dios desea que todos experimentemos el verdadero arrepentimiento y recibamos la salvación en Jesús (ver Tito 2: 12-14).