DEVOCIÓN MATUTINA PARA JÓVENES 2018
365 VIVENCIAS DE JÓVENES COMO TÚ
Lecturas devocionales para Jóvenes 2018
«Así Dios les dará su paz, que es más grande de lo que el hombre puede entender; y esta paz cuidará sus corazones y sus pensamientos por medio de Cristo Jesús». Filipenses 4: 7
El teléfono sonó a una hora inusual. Los latidos de mi corazón parecían tambores en un desfile. Al otro lado de la línea escuché a mi padre decir: «Hija, el médico no da mucha esperanza, dijo que es posible que mami no pase de este fin de semana. Estoy llamando a la familia para que vengan lo más pronto». ¿Qué había pasado? Mi madre había contraído una enfermedad extraña.
Tres días antes le había enviado un arreglo floral, pero la terrible enfermedad le había producido un derrame cerebral que le afectó toda la parte derecha de su cuerpo, para colmo había caído en coma así que no pudo disfrutar el arreglo. El médico informó que si lograba sobrevivir quedaría confinada a una silla de ruedas.
Al encontrarme con mi padre nos abrazamos. En medio del dolor vi en su rostro esa paz «más grande de lo que el hombre puede entender» y sentí la motivación de aferrarme a mi fe. Nos unimos en oración y le pedimos a Dios que sanara a mi madre contra todo pronóstico de los médicos.
El día que el medico había pronosticado que sería el último de la vida de mi madre era un sábado. Ese día oramos intensamente. Las horas transcurrían y nada parecía suceder, de hecho, cerca del medio día el médico nos habló de otro derrame. Ambas partes del cuerpo de mi madre habían quedado totalmente afectadas.
La tarde terminó y el día llegaba a su fin. De pronto vi a dos enfermeras salir de la sala de cuidados intensivos con una expresión de susto, les pregunté qué sucedía y me contestaron: «Su madre abrió los ojos, se movió y preguntó: “¿Qué sucede?”». No me quedó duda alguna de que esa era la respuesta a nuestras oraciones. Los doctores no pudieron explicar lo que había sucedido, y es normal, pues los milagros no se explican, se aceptan.
Te invito a que hoy experimentes de primera mano a ese Dios que contesta las oraciones. Él tiene la solución para ese problema que te inquieta.
Hoy empieza el día sintiendo esa paz «más grande de lo que el hombre puede entender» (Filipenses 4: 7).
DEVOCIÓN MATUTINA PARA JÓVENES 2018
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Lecturas devocionales para Jóvenes 2018
«Has cambiado en danzas mis lamentos; me has quitado el luto y me has vestido de fiesta». Salmo 30: 11
CON MUCHO ESFUERZO, José Martínez Rivera logró concluir sus estudios en la Universidad Agraria La Molina, en Lima, Perú. Mientras estudiaba conoció a Jorge Gordillo, con quien estableció una buena amistad. Sin embargo, por motivos laborales, sus vidas tomaron rumbos diferentes. José emprendió varias actividades comerciales pero no tuvo tanto éxito.
Producto de la crisis económica su vida se convirtió en un calvario. Hubo días en los que no tenía qué comer. En un momento de desesperación exclamó: «Dios, si eres real, por favor, haz algo por mí». Al día siguiente, José recibió una llamada telefónica de Jorge, su antiguo compañero de estudios a quien no había visto durante catorce años. Jorge, que ahora es Adventista del Séptimo Día y trabaja para ADRA Perú, le dice: «Amigo, quiero que trabajes conmigo. El salario es bueno y el trabajo te va a gustar». José no pudo resistir las lágrimas y le contó a Jorge su situación. Le dijo que su llamada había sido la respuesta a su súplica.
Al empezar a trabajar, José se dio cuenta de que ADRA no era una institución del gobierno, parecía más bien una iglesia. Se interesó por lo que los demás trabajadores decían y hacían, especialmente por las reuniones que realizaban para cantar, leer la Biblia y orar. Ellos nunca le hablaron de religión, pero siempre fueron amables con él, eso lo motivó a preguntarles si él podía participar de sus reuniones. «¡Por supuesto!», respondieron.
Un día, mientras esperaba que la reunión diera inicio, escuchó una canción que decía «Jesús, mi capitán». Cada palabra de esa canción era como una flecha que atravesaba su corazón, reconoció su triste condición interna y que realmente necesita un capitán en su vida y la de su familia, así que cayó de rodillas y exclamó: «Señor, quiero que Cristo sea mi Capitán».
Hoy el Señor puede hacer lo mismo por ti. No hay lágrima, lucha ni desesperación que él no pueda cambiar. No importa si tu problema es económico o espiritual, Jesús puede cambiar tus lamentos en danzas.
«Encomienda a Jehová tu camino, confía en él y él hará» (Salmo 37: 5, RV95).
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Lecturas devocionales para Jóvenes 2018
«Decidí confesarte mis pecados, y tú, Señor, los perdonaste». Salmo 32: 5
CON APENAS CUATRO AÑOS yo no sabía nada de cómo funciona el perdón. Pero un día entendí de manera práctica la importancia de la confesión de los pecados. Permíteme contarte lo que sucedió en mi familia.
Mi padre era pastor en Colombia. Un día unos miembros de una de las iglesias le regalaron a mi madre varios mangos. ¡Eran enormes y se veían apetitosos! Mi madre los guardó para una comida especial, pero si creciste o vives en una familia con varios hermanos sabes que la decisión de mi madre conllevaba el riesgo de que la comida «desaparezca». Eso fue lo que pasó con los mangos; cuando mi madre quiso usarlos, notó que faltaban dos, así que empezó la investigación.
Mamá preguntó a sus cuatro hijos y unas sobrinas que vivían en casa, pero fue imposible dar con el culpable. Usó todos los medios de persuasión que conocen las madres para ver si el culpable confesaba su delito, pero nadie decía nada. Después de mucho investigar, descubrió que mi hermano mayor, Enoc, era el culpable de la travesura. Mi madre lo interrogó, pero él negó sus acciones. Ella quería que él confesara, sin embargo ante su negativa se vio obligada a llevarlo al rincón del patio donde alguien lo había visto comerse los dos mangos.
Allí estaban las dos semillas de los mangos. Ante la presión de mamá y las evidencias, Enoc reconoció la falta. Tratando de minimizar el castigo que se avecinaba, y ya arrepentido, confesó que se había comido solo un mango. Mamá, un poco enojada, le preguntó por qué negaba el segundo mango si ante él estaban las pruebas irrefutables de su delito: las dos semillas. Enoc, cándidamente, respondió: «Es que el mango que yo me comí tenía dos semillas». Mi madre tuvo que contener la risa ante tan ilógica respuesta.
Quizás te estés riendo ante la respuesta de mi hermano, pero a veces nosotros mismos no comprendemos que para ser perdonados hemos de confesar todos nuestros pecados. No es seguro andar por la vida con un mango confesado y otro no. Dios ha prometido perdonar todos nuestros pecados, solo tenemos que confesarlos.
Recuerda las palabras del apóstol: «Si confesamos nuestros pecados, él es fiel y justo para perdonar nuestros pecados» (1 Juan 1: 9, RV95).
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Lecturas devocionales para Jóvenes 2018
«Echa tu pan al agua; después de algún tiempo lo encontrarás». Eclesiastés 11: 1
CUANDO ERA niña mi familia se trasladó de Ecuador a Colombia. Al llegar, nos mudamos a un tercer piso en el centro de la ciudad de Cali. Allí había un gran ventanal que nos permitía mirar lo que sucedía en el cine que quedaba al frente. Luego de las nueve de la noche veíamos llegar un grupo de jovencitos indigentes con cartones y periódicos que buscaban resguardo en aquel edificio, era un cuadro triste.
Cada noche veíamos cómo los mayores tomaban los mejores lugares y despojaban a los más pequeños de lo poco que tenían para ellos acomodarse mejor. Viendo la situación, mi madre nos puso en acción. Buscamos mantas, periódicos, ropa y algunos alimentos y ayudábamos a «los chicos del cine». Era agradable verlos sonreír.
Con el tiempo algunos rostros se hicieron familiares. Le tomamos mucho cariño en particular a un morenito alegre y juguetón que empezó a llamar «madre» a mi mamá. El tiempo pasó y un día «los chicos del cine» ya no regresaron. El señor bendijo a mi padre en los negocios, compró una casa y nos mudamos del centro de Cali.
Años después, mi mamá salió a realizar unas compras. Estacionó su carro y al bajar se vio rodeada de un grupo de maleantes que la amenazaban con armas, pidiéndole todo el dinero que tenía. En medio del susto, mi madre reconoció entre los rostros de sus atacantes el del niño juguetón de otros tiempos. Ahora era un hombre de mirada hosca, cuyo cuerpo y actitud reflejaban una vida llena de vicios.
«¿Hijo ya no te acuerdas de mí?», fueron las palabras de mi madre. Él la miró con detenimiento, bajó las armas y sonrió ligeramente mientras recordaba la amabilidad de mi madre, entonces dijo a sus compañeros: «Vamos, dejen tranquila a la “madre”», y se perdieron corriendo entre las calles. Quisiera tener un final feliz para la historia del niño juguetón, pero nunca más supimos de él.
En cuanto a mi madre, ese día se cumplieron en su vida las palabras de Salomón que encontramos al inicio de esta reflexión.
Hoy tienes la oportunidad de hacer el bien a quienes te rodean, comparte tu bondad con los demás y recibirás la recompensa tarde o temprano.
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Lecturas devocionales para Jóvenes 2018
«Instruye al niño en el camino correcto, y aun en su vejez no lo abandonará». Proverbios 22: 6, NVI
Crecí en una familia numerosa. Esto tuvo sus ventajas, pero también muchos desafíos. Aun recuerdo nuestro viaje cuando emigramos desde Colombia hacia Venezuela. Eramos una familia de ocho miembros y con pocos recursos. Mi padre se dedicaba al colportaje, y habíamos visto en numerosas ocasiones la manera como Dios suple las necesidades de sus hijos.
Cuando nos mudamos a Venezuela yo tenía siete años. Hoy, al recordar esos tiempos, comprendo mejor la carencia de bienes materiales que había en nuestro hogar, pero al mismo tiempo valoro más y agradezco la forma en que nuestros padres supieron manejar esa situación, pues no notábamos la pobreza y vivíamos muy felices.
Cada día realizábamos el culto familiar tanto en la mañana como en la tarde. Antes de salir a colportar, nuestro padre se aseguraba de que todos estuviéramos en la sala para leer el devocional. También repetíamos el versículo para memorizar de ese día. Como mencioné, éramos ocho, así que mediante la repetición aprendíamos un versículo cada día. En el culto vespertino todos repetíamos el versículo que habíamos aprendido en la mañana y además estudiábamos la lección de la Escuela Sabática.
El sábado de tarde, en la Sociedad de Jóvenes, toda la familia pasaba al frente a decir los siete versículos de la semana. Esto nos permitió recordar los textos aprendidos y de esa manera mantener y desarrollar la relación con Dios. A largo plazo, esta costumbre demostró ser muy eficaz en el manejo de los diversos desafíos que la vida nos presentó. Cada vez que enfrentaba una dificultad o situación adversa, un versículo de esos que había memorizado llegaba a mi mente.
El hecho de que hoy estés leyendo este testimonio sugiere que tú también reconoces los beneficios de la devoción diaria. Uno de esos beneficios es que al momento de enfrentar una tentación puedes responder, como Cristo, con un «escrito está» y de esa manera vencer a los ataques de Satanás.
Hoy es un nuevo día, hoy puedes avanzar un paso más en el camino de la memorización de las Escrituras. Si hoy desarrollas el hábito de leer y memorizar tu Biblia, a largo plazo cosecharás los resultados.
DEVOCIÓN MATUTINA PARA JÓVENES 2018
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Lecturas devocionales para Jóvenes 2018
«Acuérdate del sábado, para consagrarlo al Señor». Éxodo 20: 8
La noticia cayó como una bomba: «El privilegio que los adventistas han tenido con respecto al examen de ingreso al sistema universitario del país se acaba a partir de este año». En mi país es un requisito presentar un examen del gobierno para entrar a la universidad. Se presentaba los sábados y domingos, pero los adventistas podían hacerlo el sábado en la noche y el domingo. Sin embargo, el nuevo funcionario a cargo de los exámenes decidió que ese privilegio debía llegar a su fin. Esta nueva medida evitaría que los adventistas pudieran ingresar a la universidad.
Los dirigentes de la Iglesia Adventista convocaron a un día de ayuno y oración y hablaron con las autoridades del gobierno para pedir que reconsideraran la decisión. Llamé al funcionario que había tomado la medida y le expliqué la verdad del sábado y la disposición de los jóvenes adventistas a ser fieles. Pero él se mostró inflexible. Le dije que el sábado siguiente todos los adventistas estaríamos orando por él y por la solución del impase.
Dos pastores amigos contactaron a algunos miembros del Congreso Nacional. Varios de esos congresistas, los dos pastores y yo mantuvimos una larga reunión con el funcionario. Uno de los congresistas, pastor de otra denominación, asumió la defensa de los adventistas como propia. Algunos días después se decidió que ese año habría una excepción. El gobierno pagaría un hotel y se haría cargo de la alimentación de los que presentarían las pruebas hasta que el proceso terminara. Pero a partir del año siguiente no habría más excepciones. Así que seguimos orando.
La iglesia continuó haciendo gestiones, los congresistas siguieron hablando por la Iglesia y un día la Ministra de Educación le dio la orden al funcionario para que los adventistas pudieran presentar los exámenes en domingo. Desde entonces, esos exámenes se presentan los domingos. Una vez más el Señor premió la fidelidad de su pueblo. Hoy puede premiar también la tuya.
¿Estás enfrentando algún desafío! Solo ora y obedece.