Somos Marshall
“Antes, en todas estas cosas somos más que vencedores por medio de aquel que nos amó” (Romanos 8:37).
Es imposible verla y no emocionarse. Cuando termina el film, y en varios momentos de él, las lágrimas correrán por tus mejillas. Estoy hablando de la película “We are Marshall” [Somos Marshall], que cuenta la historia real de una tragedia que se convirtió en una historia de motivación y de esperanza.
Todo comenzó aquel 14 de noviembre de 1970 cuando, cerca del Aeropuerto Tri-State, en Virginia Occidental, Estados Unidos, se estrella el vuelo 932 de Southern Airways, que transportaba al equipo de fútbol americano de la Universidad Marshall. Como consecuencia, murieron los 75 pasajeros; entre ellos, jugadores, entrenadores y personal relacionado con el equipo.
Este accidente conmocionó a la opinión pública nacional, no solo por todo lo que implicó la muerte de tantos jóvenes deportistas, sino también por el impacto que causó en la universidad a la que pertenecían. Por eso, la casa de estudios decidió cancelar el programa de fútbol americano por la falta de jugadores.
Hasta que apareció jack Lengyel, un entrenador novato, que llegó para revertir la situación. Él estuvo dispuesto a ocupar el puesto que nadie quería. Sabía que contaba con jugadores del primer año, que eran muy jóvenes y que perderían la mayoría de los partidos. No obstante, lo que él buscaba era devolver a la universidad la fe en el futuro.
Esta historia real de valor y de coraje nos enseña cómo cerrar heridas y reconstruir desde el dolor, cómo trabajar en equipo, cómo la motivación y el convencimiento son claves, y cómo se puede salir adelante cuando todos creen que todo está perdido.
Dios nos llamó para ser vencedores. Cada día enfrentamos grandes y pequeñas tragedias, y tristes y dolorosos imprevistos que nos conducen hacia el desánimo y la derrota. Pero Jesús ya venció el pecado y la muerte. Su victoria es nuestra victoria. Y en su victoria hay esperanza. El texto de hoy dice que somos más que vencedores en Cristo. Unos versículos antes, San Pablo había dicho: “Y sabemos que a los que aman a Dios, todas las cosas les ayudan a bien, esto es, a los que conforme a su propósito son llamados” (Rom. 8:28).
Hoy puede ser un día histórico. Seca tus lágrimas. Renueva tu fe. La victoria te espera.
“Reposa en Dios. Él es capaz para guardar lo que le has confiado. Si te pones en sus manos, él te hará más que vencedor gracias al Ser que te amó” (Elena de White, El camino a Cristo, p. 61). PA
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