Un mundo sin fronteras
“Después de expulsarlos, el Señor Dios puso querubines poderosos al oriente del jardín de Edén; y colocó una espada de fuego ardiente -que destellaba al moverse de un lado a otro- a fín de custodiar el camino hacia el árbol de la vida” (Génesis 3:24, NTV).
Súbitamente, los habitantes de Berlín encontraron su ciudad dividida. De ese momento en adelante, no podrían atravesar “el muro”, que se comenzó a construir el 13 de agosto de 1961. Familias enteras, amistades y amores ahora estaban separados por un muro de concreto, barricadas y alambres de púa. Aunque la República Democrática Alemana, Estado socialista, ya existía desde fines de la Segunda Guerra Mundial (1949), ahora el muro separaba más las dos Alemanias.
Al menos 136 personas murieron intentando cruzar el muro mientras existió; guardias del muro también desertaron. En los primeros dos años de existencia del muro, más de 1.300 uniformados escaparon a Alemania Occidental. Willy Brandt, alcalde socialdemócrata de Berlín y futuro canciller, llamó a la construcción “El Muro de la vergüenza”, término que rápidamente se popularizó en los medios occidentales.
Finalmente, luego de cuarenta años, el 3 de octubre de 1990, por el Tratado de Unificación, las Alemanias occidental y oriental zanjaron sus divisiones, la República Democrática de Alemania se disolvió y pasó a integrar la República Federal de Alemania. El muro había caído un año antes, y miles de alemanes, de ambos lados, lo derrumbaron, simbolizando la búsqueda de unificación de la nación.
Muros y murallas fueron diseñados para proteger; pero también para dividir.
Los hay famosos, como la Muralla China o el muro que construyó Israel entre los territorios controlados por ellos y los ocupados por los palestinos. Verdaderamente, Dios creó este mundo sin fronteras ni muros. Fuimos creados para convivir pacíficamente, en relaciones inclusivas, con aceptación y ayuda mutua. El pecado generó la primera muralla. Adán y Eva fueron expulsados del Edén.
Cuando el pecado produjo el primer asesinato, Caín construyó la primera ciudad, con límites y murallas de separación. La construcción de la torre de Babel hizo que Dios mismo dibujara la primera barrera simbólica: los diferentes idiomas.
Los descendientes de Adán y de Eva se separaron de acuerdo con los idiomas, fundando más ciudades y levantando más muros.
En contraste, como cristianos, estamos llamados a construir puentes. Dios mismo trazó el primero en Cristo, reconciliándonos consigo mismo. Y nos llamó a construir puentes, derribar prejuicios, abrir puertas y oportunidades para la salvación. Hoy, en lugar de ser agente de división, conviértete en un canal de bendición, acercamiento y comprensión; un canal para que otros puedan conocer el amor de Dios. MB
DEVOCIÓN MATUTINA PARA JÓVENES 2017
UN DÍA HISTÓRICO
Pablo Ale – Marcos Blanco
Lecturas devocionales para Jóvenes 2017