Una conciencia viva
“Entonces entré en tu santuario, oh Dios, y por fin entendí el destino de los perversos” (Salmo 73:17, NTV).
El 20 de septiembre de 2005 se apagaba una voz que clamó por justicia durante más de cincuenta años. Simón Wiesenthal fue un investigador y caza- nazis judío quien, tras haber estado prisionero en el campo de concentración de Mauthausen-Gusen durante la Segunda Guerra Mundial, dedicó la mayor parte de su vida a localizar e identificar criminales de guerra nazis que se encontraban fugitivos, para llevarlos ante la justicia.
Durante su encierro intentó suicidarse cortándose las muñecas, para evitar el trabajo. Wiesenthal consiguió los nombres de los soldados alemanes que conoció durante su reclusión y, una vez liberado, se dedicó exclusivamente a buscarlos y acusarlos públicamente como criminales de guerra.
Tan pronto fue liberado, ofreció sus notas sobre los criminales nazis al Ejército de los Estados Unidos y trabajó recogiendo documentación para los procesos judiciales sobre los nazis realizados en los Juicios de Núremberg. En 1947, él y treinta voluntarios más fundaron el Centro de Documentación Judía en Linz, Austria, con el propósito de recoger información para futuros procesos.
En 2010, Tom Segev publicó su libro asegurando que el Mossad (el servicio de inteligencia de Israel) apoyó a Wiesenthal y ayudó a llevar a más de 1.100 criminales nazis ante la justicia, “a pesar de la apatía del mundo”, según el centro. El rabino Mar- vin Hier, decano y fundador del Centro Simón Wiesenthal en Los Ángeles, EE.UU., describió en un comunicado a Wiesenthal como “la conciencia del Holocausto”.
Desde tiempos inmemoriales, los hijos de Dios se han preguntado por el destino de los malvados, que parecen prosperar en este mundo, mientras que los que deciden seguir a Dios son maltratados, perseguidos, segregados y terminan en la pobreza. En el Salmo 73, el salmista confiesa que se hacía esa misma pregunta, pero que al entrar en el Santuario de Dios entendió el destino de los perversos.
Es que el Santuario terrenal era solo una sombra del celestial, donde se realiza el juicio de los seres humanos (ver Dan. 7:9-14). La prueba material de ese juicio (los libros que son abiertos por el Juez) será revisada también por los redimidos durante el milenio (Apoc. 20:4), para constatar que Jehová es un Dios de justicia. Por esta razón, cuando los impíos reciben su castigo durante las siete últimas plagas, los redimidos exclaman: “Sí, oh Señor Dios, el Todopoderoso, tus juicios son verdaderos y justos” (Apoc. 16:7, NTV).
Hoy, recuerda que tenemos un Dios de justicia que juzgará a los malos a su debido tiempo y reivindicará a sus hijos ante todo el universo. MB
DEVOCIÓN MATUTINA PARA JÓVENES 2017
UN DÍA HISTÓRICO
Pablo Ale – Marcos Blanco
Lecturas devocionales para Jóvenes 2017