¡Vivió más de 748 días en el espacio!
“Conozco a un hombre en Cristo, que hace catorce años (si en el cuerpo, no lo sé; si fuera del cuerpo, no lo sé; Dios lo sabe) fue arrebatado hasta el tercer cielo” (2 Corintios 72:2).
El 16 de agosto de 2005, el astronauta ruso Serguéi Krikaliov, tripulante de la ISS, superó el récord mundial de estadía en el espacio, de 748 días, ostentado por Serguéi Avdeyev. En total, Krikaliov permaneció en el espacio 803 días, 9 horas y 39 minutos.
¡Son más de dos años! Demasiado tiempo, ¿verdad? No obstante, el 29 de junio de 2015 otro astronauta ruso superó la marca de Krikaliov. Se trata de Cuennadi Padalka, quien el mencionado día cumplió 804 jornadas en el espacio. Cuando regresó a la Tierra, el 11 de septiembre, Padalka había completado 879 días, es decir, dos años y cuatro meses.
En la Biblia también se habla de un hombre que estuvo (no sabemos cuánto tiempo) en el cielo y regresó a este mundo. Se trata, nada más ni nada menos, que del apóstol Pablo. Él narra esa experiencia en 2 Corintios 12:1 al 4. Si bien el texto está escrito en tercera persona (“conozco a un hombre”) para alejarse de la jactancia, es evidente que Pablo habla de sí mismo pues está mencionando aspectos de su ministerio, y porque en el versículo 7 declara que esas revelaciones le fueron dadas a él.
Lo que sí desconoce es si fue verdaderamente hasta el cíelo o fue solo una visión; lo cierto es que llegó más lejos que aquellos astronautas. Superó el primer cielo (la atmósfera), el segundo cielo (los astros), y llegó al tercer cielo, es decir, hasta la misma presencia de Dios. Literalmente, llegó “al paraíso” (2 Cor. 12:4).
Por eso, él conocía muy bien aquello de lo que escribió en 1 Corintios 2:9: “Cosas que ojo no vio, ni oído oyó, ni han subido en corazón de hombre, son las que Dios ha preparado para los que le aman”.
Nosotros solemos tener miradas muy terrenales. Vemos el aquí y el ahora. Es tiempo de elevar la vista. El cielo que nos espera vale más que cualquier placer de este mundo.
Hoy puede ser un día histórico. Mira hacia arriba, y proyecta tu vida en la presencia de Dios.
“No debemos vivir en este mundo para complacernos. Cada día de nuestra vida tenemos que hacer una obra austera y ferviente. Miramos por fe las cosas invisibles, y al hacerlo perdemos de vísta las pruebas y dificultades del camino. El cielo es nuestro hogar” (Elena de White, Cada día con Dios, p. 153). PA
DEVOCIÓN MATUTINA PARA JÓVENES 2017
UN DÍA HISTÓRICO
Pablo Ale – Marcos Blanco
Lecturas devocionales para Jóvenes 2017