Famosa por un robo
“Pues vi entre los despojos un manto babilónico muy bueno, y doscientos siclos de plata, y un lingote de oro de peso de cincuenta siclos, lo cual codicié y tomé; y he aquí que está escondido bajo tierra en medio de mi tienda, y el dinero debajo de ello” (Josué 7:21).
“La ocasión hace al ladrón”, reza el refrán popular. Lo cierto es que, en este caso, la ocasión hizo a la notoriedad del cuadro robado. Te lo cuento.
El sábado 21 de agosto de 1911 era un día como cualquier otro, hasta que Vincenzo Peruggia (ex empleado del Museo del Louvre, en París, Francia) llegó a ese lugar a las 7 de la mañana. Estaba vestido con la ropa de trabajo que utilizaba el personal de mantenimiento del museo. Fue hasta donde estaba el cuadro “La Mona Lisa” (de Leonardo Da Vinci), lo descolgó y salió del museo con el cuadro escondido bajo sus ropas. En el museo, notaron la ausencia del cuadro recién el martes.
Como vemos, Peruggia no era un ladrón especializado ni el tipo de criminal ingenioso que planea demasiado su delito.
Cabe destacar que, en ese entonces, el cuadro no era tan famoso como ahora; en realidad, el robo volvió célebre la pintura. La gente acudía al museo solo para ver la pared vacía, donde aquella había estado. Finalmente, “La Joconde” [La Gioconda] -como llaman los franceses a “La Mona Lisa”- fue recuperada el 10 de diciembre de 1913.
En el caso de Acán (registrado en Josué 7), la ocasión sí hizo al ladrón. Él no solo fue deshonesto, sino además desobedeció la orden de Dios de no tomar nada del botín del enemigo. Acán trató de ocultar su pecado, pero (como en el caso de “La Mona Lisa”) fue descubierto y pagó con su vida el precio de su deslealtad.
Hoy puede ser un día histórico, si confiesas tus pecados y te apartas de ellos; si vives una vida honesta, íntegra y transparente; si puedes terminar esta jornada con la conciencia limpia, y dormir en paz.
“El pecado de Acán atrajo el desastre sobre toda la nación. Por el pecado de un hombre, el desagrado de Dios descansará sobre toda su iglesia hasta que la transgresión sea buscada, descubierta y eliminada. La influencia que más ha de temer la iglesia no es la de aquellos que se le oponen abiertamente, ni la de los incrédulos y blasfemadores, sino la de los cristianos profesos e inconsecuentes. Estos son los que impiden que bajen las bendiciones del Dios de Israel y acarrean debilidad entre su pueblo” (Elena de White, Patriarcas y profetas, p. 531). PA
DEVOCIÓN MATUTINA PARA JÓVENES 2017
UN DÍA HISTÓRICO
Pablo Ale – Marcos Blanco
Lecturas devocionales para Jóvenes 2017