Mi fortaleza
«Diré yo a Jehová: “Esperanza mía y castillo mío; mi Dios, en quien confiaré”». Salmo 91: 2, RV95
TENIA APENAS ONCE AÑOS cuando mis padres tomaron la decisión de separarse, mi hermano tenía ocho años y mi hermana cinco años. La separación de mis padres fue un golpe muy duro, sentía que mi mundo se venía abajo, en ese momento doblé las rodillas y le pedí a Dios que no me dejara sola, que estuviera conmigo en todo momento.
Luego de la separación de mis padres mi vida cambió por completo, cada mañana me levantaba temprano para preparar el desayuno para mis hermanos y mi papá, luego salíamos a la escuela. Después de un tiempo decidí vivir con mi madre y recuperar un poco del tiempo perdido, pero poco tiempo después regresé con mi padre y mis hermanos. Esa misma semana me ofrecieron trabajo en el CEA, institución en la que laboro hasta la fecha, por la gracia de Dios.
En el año 2011 papá fue diagnosticado con una grave enfermedad llamada Esclerosis lateral amiotrófica (ELA por sus siglas en español o ALS en inglés), eso fue devastador para nosotros, pues como quizás sabes la esclerosis es incurable. Oramos pidiendo a Dios fortaleza y empezamos el tratamiento. Aunque hicimos todo lo humanamente posible por ayudarle a recuperar la salud, papá empeoraba cada día más. Una noche me dijo: «Hija, estoy listo para partir». En ese momento sentí que me moría, no quería aceptar esa realidad. Salí del cuarto, fui al patio y llorando le pregunté a Dios: «¿Por qué?».
Con mucho dolor y tristeza vi a mi padre descansar en el Señor poco tiempo después. Mientras estemos en este mundo de pecado no podemos evitar pasar por momentos difíciles, pruebas y angustias, pero Dios ha prometido acompañamos en todo momento y darnos las fuerzas necesarias para soportar las pruebas.
Hoy quiero que sepas que no importa lo que estés atravesando, puedes tener la seguridad de que Dios está a tu lado, siempre lo ha estado y siempre lo estará.
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Carranza, Honduras