“Cada quien es cada, cual”
“Si me aman, obedezcan mis mandamientos” (Juan 14:15, NTV).
Ernest A. Hamwi era un inmigrante sirio en Estados Unidos. El 30 de abril de 1904, en la Feria Mundial de Saint Louis, estaba vendiendo zalabias, delgadas y crujientes masas estilo wafles. Estaba ubicado cerca del puesto de helados de Charles Menches quien, en pocas horas, se quedó sin tazones para servir sus helados. Entonces, Hamwi tuvo una idea genial. Rápidamente, tomó una zalabia, la moldeó como un cono y le sugirió a Menches que podía usarla como contenedor para helado. Menches hizo la prueba, y el cono de helado se convirtió en el gran éxito de la feria. En poco tiempo, más de cincuenta puestos de helado de la feria estaban vendiendo estas “cornucopias”. Cuando la feria cerró, Hamwi fundó la Cornucopia Waffle Company (hay otras versiones de la invención del cucurucho, pero esta pareciera ser la más difundida).
Desde entonces, la gran mayoría disfruta de estos helados, consumidos “al paso”. ¿Quién no tiene buenos recuerdos alrededor de helados consumidos junto a la familia o a amigos? Si bien los fanáticos del helado se dividen entre a quienes les gustan consumirlos con esos “cucuruchos” crujientes y quienes simplemente lo hacen en vasos plásticos o copas de vidrio, todavía los fanáticos del barquillo cónico de pasta seca son la mayoría. Consulté en tres de las heladerías más grandes de Buenos Aires. En todas, el cucurucho, o barquillo, tiene preferencia. A ti, ¿te gustan los helados? ¿Prefieres un barquillo o un tazón? Quizás haya quien le guste comer helado de alguna otra manera. Cuando era más pequeña, mi hija colocaba el helado unos segundos en el microondas, ya que “estaba muy frío”. Entonces, caemos en el viejo refrán: “Sobre gustos, no hay nada escrito”: cada quien es libre de desear lo que quiera. El gusto es tan subjetivo que varía individualmente. En una misma familia, lo que a alguien le parece riquísimo, otro lo considera totalmente desagradable. Así, sería imposible legislar o escribir sobre gustos. De allí esta otra frase proverbial: “Sobre gustos y colores no hay disputas”. El cantautor Joan Manuel Serrat entonaba: “Cada quien es cada cual, y baja las escaleras como quiere”.
Sin embargo, tratándose de conducta moral, no podemos dejarla librada a gustos e inclinaciones particulares. La Biblia enseña que sí existe algo escrito: los Diez Mandamientos, escritos por el mismo dedo de Dios. La posmodernidad nos invita a una moralidad o religiosidad “a la carta”, donde cada uno escoge a gusto. La Biblia plantea que, si queremos ser verdaderamente felices, debemos seguir los consejos de nuestro Creador.
Hoy, si realmente deseas ser feliz, sigue las instrucciones del Fabricante; sigue los Mandamientos de Dios, que nos fueron dados para nuestra felicidad. MB
DEVOCIÓN MATUTINA PARA JÓVENES 2017
UN DÍA HISTÓRICO
Pablo Ale – Marcos Blanco
Lecturas devocionales para Jóvenes 2017