Monthly Archives: January 2018
¿Tienes sed?
«Todos los que beben de esta agua, volverán a tener sed; pero el que beba del agua que yo le daré, nunca volverá a tener sed». Juan 4: 13,14
Cuando tenía ALREDEDOR de VEINTE AÑOS, el gobierno de España me llamó a servir durante un año en el servicio militar. En uno de los primeros fines de semana nos llevaron al bosque para recibir un entrenamiento intensivo. Nunca olvidaré las experiencias de ese fin de semana, pero hay una en particular que me gustaría compartir.
Temprano en la mañana formamos una fila para recibir comida y agua. No había mucha comida, y solo nos dieron un litro de agua para todo el día. Nos dije- ron que lo primero que teníamos que aprender era a racionar el agua. Realizamos actividades físicas extremas desde temprano en la mañana. Durante una de esas actividades, un compañero tuvo un problema con su cantimplora y vertió toda su agua. Estaba muy preocupado y fue a hablar con el cabo. Para su sorpresa, la respuesta fue: «Usted tenía un litro y lo ha perdido. No hay más agua hasta mañana». El resto del grupo decidió, por turnos, ir compartiendo pequeños sorbos de agua con él para ayudarlo un poco y al mismo tiempo no quedarnos nosotros también sin agua. Ese día aprendí lo terrible que puede ser quedarse sin agua para beber.
Así como nuestro cuerpo necesita agua para sobrevivir, el espíritu necesita agua también: Jesús. Sin Jesús, tarde o temprano moriríamos. Muchas veces tratamos de saciar nuestra sed con pequeñeces que nos satisfacen por un rato, pero al final volvemos a tener sed de nuevo. Lo único que puede realmente satisfacer la sed del espíritu es el agua viva, Jesucristo.
Hoy quiero animarte a leer Juan 4: T 38. Encontrarás a Jesús hablando con la mujer samaritana junto al pozo. Jesús compartió con esta mujer algunas de las palabras más significativas de toda la Biblia: «Todos los que beben de esta agua, volverán a tener sed; pero el que beba del agua que yo le daré, nunca volverá a tener sed. Porque el agua que yo le daré se convertirá en él en manantial de agua que brotará dándole vida eterna» (versículos 13 y 14).
Si hoy tienes sed acude a Cristo, él es el único capaz de satisfacer las necesidades de tu
alma.
Si cantas…
«Bendeciré al Señor a todas horas; mis labios siempre lo alabarán». Salmo 34: 1
UN ANTIGUO RELATO SIRIO cuenta de un hombre que se queja del mal estado de sus zapatos. Estaban tan sucios, rotos y desgastados que estaba incluso avergonzado de llevarlos a la escuela. Mientras pensaba en sus zapatos bajó la mirada para verlos y se dio cuenta de que la persona que estaba sentada junto a él no tenía pies.
Otra historia cuenta acerca de una chica que estaba perdiendo el pelo. Una mañana, cuando se despertó, se miró frente al espejo y vio que solo le quedaban tres pelos en la cabeza. Se dijo así misma, «Hoy, me haré una trenza». Fue a la escuela y tuvo un día maravilloso. A la mañana siguiente, solo tenía dos pelos en la cabeza. En lugar de lamentarse, ¡separó su cabello por la mitad y tuvo un día fantástico! Al día siguiente se miró en el espejo y vio que solo tenía un pelo. «¡Fantástico!», exclamó; «¡Hoy voy a hacerme una cola!». Se dirigió a la escuela con sus amigos y disfrutó durante todo el día. Al día siguiente, estaba completamente calva. No había ni un solo pelo en su cabeza. «Gracias a Dios», dijo; «¡Me estaba quedando sin cosas que hacer con mi pelo!».
Cuando era niño, había ocasiones en las que no estaba satisfecho con lo que tenía. Mis zapatos me quedaban ajustados; mi ropa me quedaba pequeña. Mis pantalones siempre me llegaban por encima de los tobillos; era más alto que todo el mundo en el recreo. Me quejaba: «¿Por qué tengo que llevar esta vieja ropa usada? ¿Por qué tengo que ser tan alto?»
Un día visité al médico y este le dijo a mi madre que mi corazón era muy débil y que debía de ponerme en cama y no dejar que me levantase por ninguna razón. ¡Vaya revés! Entonces escuché que mi amigo, que vivía en la casa de al lado, fue al hospital y murió. Al igual que yo, él también tenía nueve años. Dejé de quejarme.
Desde entonces ha habido muchas ocasiones en las que he tenido buenas razones para quejarme (o eso pensaba yo). ¡En momentos como esos me acuerdo de bendecir al Señor y alabarlo continuamente!
Recuerda hoy que no siempre puedes cambiar tus circunstancias, pero siempre puedes alabar a Dios a pesar de llevar zapatos viejos y de no tener pelo.
Richard Barron, Washington D. C., Estados Unidos.
DEVOCIÓN MATUTINA PARA JÓVENES 2018
365 VIVENCIAS DE JÓVENES COMO TÚ
Lecturas devocionales para Jóvenes 2018
El asiento preferente
«Mi oración es que los ojos de vuestro corazón sean iluminados, para que sepáis cuál es la esperanza de su llamamiento, cuáles son las riquezas de la gloria de su herencia en los santos». Efesios 1: 18, BA
EN SU libro Una llamada al amor, Anthony de Mello ilustra la vida por medio de una parábola. En mis propias palabras, dice más o menos así: un autobús repleto de turistas va pasando por un lugar increíble, con unos lagos y unas montañas espectaculares. Pero las cortinas del autobús están cerradas. Los turistas no tienen la menor idea de lo que hay del otro lado de la ventanilla. Paradójicamente, se pasan el viaje discutiendo sobre quién debe ocupar el mejor asiento; quién ha hecho más méritos, quién merece más consideraciones… Y en eso llegan al final del trayecto. ¿Sabes? Así es exactamente la vida antes de vivirla con Cristo; y me refiero a realmente vivirla con Cristo. Lo sé, porque así era mi vida.
Con diecisiete años, yo sentía que «avanzaba en mi viaje», pero en realidad no sabía observar ni valorar los paisajes de la vida; y mucho menos sabía en qué consistía el verdadero éxito —quién era realmente digno del mejor asiento—. Digamos que las cortinas estaban echadas y mi vista no alcanzaba más allá del interior de mi propio mundo. Mis metas eran ciento por ciento mundanas; mis gustos… ni hablemos. Mis prioridades estaban totalmente equivocadas. Hasta que Dios, literalmente, me sacó de mi país, me llevó a otro muy lejano, puso en mis manos un libro titulado El conflicto de los siglos, y descorrió las cortinas que me cegaban. Los ojos de mi corazón se iluminaron, y empecé a ver las verdaderas riquezas de la vida, pero las de la vida de los cristianos, no las de la vida planificada para el ego, que terminan siempre en un vacío interior.
Siendo joven como eres, sospecho cómo es la parábola de tu vida. Seguramente quieres llegar lejos; quizás tienes un concepto equivocado del éxito y por eso lo buscas en las personas y las cosas —donde, por cierto, no está—. Imagino que todavía estás descubriendo el verdadero valor de las personas y las oportunidades que te rodean para ser en el mundo lo que Dios espera de ti. Y esto te sucede porque, en realidad, aún falta Cristo en tu vida. ¿Quieres llegar lejos disfrutando de la belleza del paisaje?
Dale a Cristo el asiento preferente.
Mónica Diaz,
autora de Ante todo, Cristiana
DEVOCIÓN MATUTINA PARA JÓVENES 2018
365 VIVENCIAS DE JÓVENES COMO TÚ
Lecturas devocionales para Jóvenes 2018
Un sueño realizado —Segunda parte—
«Pidan, y Dios les dará; busquen, y encontrarán; llamen a la puerta, y se les abrirá». Mateo 7: 7
CUANTO MÁS QUEREMOS depender de Dios, más violentos se vuelven los ataques del diablo contra nosotros. Ayer te conté cómo Dios hizo provisión para mis estudios preparatorios, pero ahí no acabaron las cosas. Cuando se publicaron las fechas en las cuales se realizarían los tres exámenes de ingreso al instituto noté que uno sería un miércoles y los otros dos en sábado. Imagínate, recibir esa noticia después de un año de estudios, gastos y esfuerzos. Mi mamá no se quedó con los brazos cruzados y fue a hablar con la directora, luego con el director de educación del municipio, el director de educación de la provincia, y el ministro de educación de todo el país para que me permitieran tomar los exámenes en una segunda convocatoria.
Todas las respuestas fueron negativas, porque los únicos motivos contemplados para participar en la segunda convocatoria eran: haber sufrido un accidente o el fallecimiento de un familiar cercano. En ese momento decidí no ir en contra de mis principios. Fueron momentos de dura prueba y amargo llanto, pero cuando terminan nuestras fuerzas, comienzan las de Dios. Algunas semanas después se publicó un informe del Departamento de Estado de los Estados Unidos. Dicho informe acusaba al gobierno de limitar la libertad de culto y no respetar los derechos de los creyentes. Pasaron unas semanas y el Patriarca Ecuménico Bartolomeo I, líder del cristianismo ortodoxo, visitó la isla. A esta visita se le dio una importancia mayúscula, el presidente recibió al Patriarca y además pronunció un discurso afirmando que el gobierno sí respetaba la libertad religiosa.
¡Ya te puedes imaginar el cambio! Al día siguiente llovían las cartas en mi casa de todos los funcionarios de educación, autorizándome a presentarme en la segunda convocatoria y asegurándome que no tendría inconvenientes con los sábados los tres años que estuviera estudiando.
El Dios del universo movió presidentes, gobiernos y representantes religiosos para glorificar su nombre y en el proceso ayudar a su hija. Me dio sabiduría y con su ayuda pude obtener las mejores calificaciones en la segunda convocatoria. Hoy te insto a no limitar a Dios. Espero que mi experiencia te motive a acercarte más a él. En el versículo de hoy Dios te invita a pedirle. ¿Qué esperas?
Convierte la promesa de hoy en una realidad en tu vida.
Kenia López Hechavarría,
Miami, Estados Unidos
DEVOCIÓN MATUTINA PARA JÓVENES 2018
365 VIVENCIAS DE JÓVENES COMO TÚ
Lecturas devocionales para Jóvenes 2018
Un sueño realizado —Primera parte—
«Pónganme a prueba en eso, a ver si no les abro las ventanas del cielo para vaciar sobre ustedes la más rica bendición». Malaquías 3: 10
¿CUÁL ES TU MAYOR sueño? ¿Qué harías por alcanzarlo? Mi hermana y yo crecimos con muchas limitaciones y necesidades. Mi madre nos sostenía con un paupérrimo salario. Pero, aunque mi mamá era de escasos recursos, nos regaló el mejor y mayor tesoro: una fe inquebrantable en nuestro Padre celestial. Para lograr mi sueño de ser profesional tuve que enfrentar grandes obstáculos. El primero: elegir entre estudiar en un instituto politécnico vocacio- nal becada por tres años, donde se recibían clases dos sábados al mes y tener una buena preparación para ingresar a la universidad, o estudiar en un técnico medio por cuatro años, donde no iba a recibir una preparación tan buena y por lo tanto se me haría más difícil ingresar a la universidad.
Yo deseaba el instituto, por la preparación superior que recibiría y porque era más rápido, pero mi mamá no quería tenerme lejos de casa tanto tiempo. Por otro lado, la mayoría de mis hermanos de la iglesia se oponían, debido a que muchos jóvenes se habían apartado de la fe como resultado del ambiente en esas escuelas. Por mi parte, creía que el mismo Dios que estuvo con los jóvenes hebreos en Babilonia podía ayudarme a salir victoriosa de esa «Babilonia» moderna a la que me enfrentaría.
El segundo obstáculo que tuve que superar fueron los exámenes para ingresar al instituto. Estas pruebas eran bien rigurosas y debía tomar, durante todo un año, seis clases privadas a la semana. Cada clase costaba un dólar. Si hacemos las cuentas serían veinticuatro dólares al mes. Quizás no te parezca muy costoso, pero ten en cuenta que mi mamá cobraba menos de veinte dólares al mes y tenía que suplir todas las necesidades de un hogar.
En ese momento sentí que tenía una muralla imposible de derribar frente a mí. Para serte sincera te diré que desconozco los detalles de cómo Dios hizo ese gran milagro en mi vida, porque durante todo un año, con fe, honradamente y con mucho sacrificio, mi mamá pagó mis estudios. El versículo de hoy no es un cliché; es una realidad en mi vida. Mañana te contaré el resto de mi historia.
Kenia López Hechavarría,
Miami, Estados Unidos
DEVOCIÓN MATUTINA PARA JÓVENES 2018
365 VIVENCIAS DE JÓVENES COMO TÚ
Lecturas devocionales para Jóvenes 2018
Mi vida en tus manos
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DEVOCIÓN MATUTINA PARA JÓVENES 2018
365 VIVENCIAS DE JÓVENES COMO TÚ
Lecturas devocionales para Jóvenes 2018
«Encomienda a Jehová tu camino, confía en él y él hará». Salmo 37: 5, RV95
Hace un tiempo recibimos el sábado en la habitación de hospital donde papá estaba ingresado. «Te quiero mucho, te veo en un rato», le dije al marcharme. «Gracias, y yo a ti», me contestó devolviéndome la sonrisa. Sabía que sería la última vez que nos escucharíamos decir esas frases que tanto nos habíamos repetido.
En enero de 2015 diagnosticaron a mi padre cáncer de colon y, para entonces, la enfermedad ya se había extendido a varios de sus órganos. El pronóstico no era nada bueno, pero el Señor tenía otros planes para él y, desde el día en que fue diagnosticado hasta la mañana de sábado en que descansó, Dios se mostró ante nosotros en forma maravillosa. Puede parecer imposible sacar algo bueno de una situación así, pero puedo garantizarte que, a través de mi padre, yo «he visto» a Dios.
Dependencia absoluta del Señor. Esa fue la actitud que adoptó papá desde el primer minuto. En cada conversación, ante cada noticia médica que recibíamos, en cada experiencia diaria, él solo repetía una frase: «Dios está al control».
Dime, ¿no te parece que esta es una técnica ideal para enfrentarte a los problemas que tienes hoy? No esperes a que la cosa se tuerza demasiado; levántate cada mañana y pon tu vida en manos de Dios, y sentirás que todas las cosas son posibles, que los problemas no son el fin, que no hay por qué rendirse… En fin, Dios se manifestará en tu vida y te susuirará cada día: «Donde tú no llegues, llego yo».
En los veinte meses de batalla, en todo cuanto hizo y dijo, papá mostró confianza plena en Dios. No dejó de reír, de trabajar ni de ayudar. Falleció con una sonrisa dibujada en el rostro y, a pesar del dolor tan desgarrador que siento al escribir estas líneas, yo he decidido seguir su ejemplo y colocar mi vida en manos de Dios.
Sé que veré a mi papá dentro de poco, cuando Cristo venga. Mientras tanto, saber que nuestro Creador lo tiene todo bajo control, que ha pensado en cada detalle, que sufre y se alegra con nosotros y que conoce el porqué de todas nuestras preguntas, constituye una experiencia que no tengo palabras para explicarte; tienes que vivirlo, y hoy te invito a hacerlo. ¿Te animas?
Marta (y Juanjo) Reta, España
DEVOCIÓN MATUTINA PARA JÓVENES 2018
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Lecturas devocionales para Jóvenes 2018
Mi vida en tus manos
«Encomienda a Jehová tu camino, confía en él y él hará». Salmo 37: 5, RV95
Hace un tiempo recibimos el sábado en la habitación de hospital donde papá estaba ingresado. «Te quiero mucho, te veo en un rato», le dije al marcharme. «Gracias, y yo a ti», me contestó devolviéndome la sonrisa. Sabía que sería la última vez que nos escucharíamos decir esas frases que tanto nos habíamos repetido.
En enero de 2015 diagnosticaron a mi padre cáncer de colon y, para entonces, la enfermedad ya se había extendido a varios de sus órganos. El pronóstico no era nada bueno, pero el Señor tenía otros planes para él y, desde el día en que fue diagnosticado hasta la mañana de sábado en que descansó, Dios se mostró ante nosotros en forma maravillosa. Puede parecer imposible sacar algo bueno de una situación así, pero puedo garantizarte que, a través de mi padre, yo «he visto» a Dios.
Dependencia absoluta del Señor. Esa fue la actitud que adoptó papá desde el primer minuto. En cada conversación, ante cada noticia médica que recibíamos, en cada experiencia diaria, él solo repetía una frase: «Dios está al control».
Dime, ¿no te parece que esta es una técnica ideal para enfrentarte a los problemas que tienes hoy? No esperes a que la cosa se tuerza demasiado; levántate cada mañana y pon tu vida en manos de Dios, y sentirás que todas las cosas son posibles, que los problemas no son el fin, que no hay por qué rendirse… En fin, Dios se manifestará en tu vida y te susuirará cada día: «Donde tú no llegues, llego yo».
En los veinte meses de batalla, en todo cuanto hizo y dijo, papá mostró confianza plena en Dios. No dejó de reír, de trabajar ni de ayudar. Falleció con una sonrisa dibujada en el rostro y, a pesar del dolor tan desgarrador que siento al escribir estas líneas, yo he decidido seguir su ejemplo y colocar mi vida en manos de Dios.
Sé que veré a mi papá dentro de poco, cuando Cristo venga. Mientras tanto, saber que nuestro Creador lo tiene todo bajo control, que ha pensado en cada detalle, que sufre y se alegra con nosotros y que conoce el porqué de todas nuestras preguntas, constituye una experiencia que no tengo palabras para explicarte; tienes que vivirlo, y hoy te invito a hacerlo. ¿Te animas?
Marta (y Juanjo) Reta, España
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¿Coincidencia o divina providencia?
«El ángel de Jehová acampa alrededor de los que le temen, y los defiende». Salmo 34: 7, RV60
Mientras transcurría la hora de clases repetía la misma pregunta en mi mente: «¿De verdad le importo al Señor?». De pronto supe que la clase había finalizado así que, todavía distraída en mis pensamientos, tomé mis útiles y salí del edificio. El cielo estaba despejado, por lo que se podían apreciar las estrellas titilando en el firmamento. Llamé a mi madre para que me fuera a recoger a la universidad. Me senté en el suelo y me recliné contra una pared mientras veía a mis compañeros salir del salón de clases.
Parecía como si me hubiera adueñado de la universidad, pues no se veía alma alguna en el plantel. Minutos más tarde llegó mi madre y me apresuré a subir al vehículo. Al entrar la saludé con el mismo cariño de siempre, a pesar del cansancio atroz y del hambre que los quehaceres del día me habían provocado. Mientras conducía le conté mi día y a seguidas le comenté la duda que había dominado mi día; «¿De verdad le importo al Señor?».
Al cruzar por las puertas de la universidad mi madre aceleró un poco y continuamos conversando. De repente, escuchamos dentro del carro una voz que dijo: «¡Cuidado! ¡Cuidado!». En ese momento, y a pesar de no haber visto nada peligroso en el camino, mi madre frenó. Giré la cabeza para mirar quién había proferido tales palabras, pero no había nadie dentro del carro, aunque me pareció haber escuchado una voz dentro del vehículo, a nuestro lado. De pronto, el potente rugido de un carro deportivo que pasó frente a nosotros captó nuestra atención. Este carro deportivo cruzó en sentido perpendicular al lugar donde nos habíamos detenido. Después de unos instantes de silencio aterrador mi madre me miró y me dijo: «Dime que tú oíste lo mismo que yo oí». Solo atiné a asentir con la cabeza.
En ese momento mi pregunta recibió respuesta y de forma tan contundente que no me quedó duda alguna. ¿De verdad le importo al Señor? ¡Sí! Tanto que presta atención al más insignificante de mis pensamientos; tanto que aunque soy solo una motita en el vasto universo él se preocupa por mí y me guarda del peligro.
Hoy puedes iniciar un nuevo día con la seguridad de que «si él cuida de las aves, cuidará también de ti».
Kimberley Saint Hilaire
República Dominicana
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Lecturas devocionales para Jóvenes 2018
Justo a tiempo
«Y es que Dios había reservado lo mejor para nosotros». Hebreos 11: 40, LPH
Ayer te conté cómo había rechazado una beca para ir a estudiar a Japón, que había sido mi sueño durante mucho tiempo. Bueno, pasaron tres años desde aquel día y jamás me di por vencido, aunque me deprimí bastante porque no sabía cómo alcanzaría mi sueño. Seguí estudiando japonés y asistiendo a actividades de la Embajada Japonesa, allí conocí varios japoneses que me ayudaron a desarrollar mi habilidad en el idioma y a conocer la cultura. Mientras tanto oraba cada vez más para que Dios me ayudara a alcanzar mi meta.
Mi profesor de japonés, Shin, fue una de las personas que más ánimo me dio. Cuando le conté los resultados de la entrevista en la embajada, Shin me consoló contándome varias historias antiguas de Japón en las que los protagonistas se veían en la misma situación que yo, y lograban salir victoriosos.
Mi mayor temor era que la beca tenía un limite de edad: veintidós años. Y esto complicaba las cosas pues ya tenía la edad límite. Llenar los formularios de nuevo era un proceso muy tedioso y no me animaba a participar, aun sabiendo que este era mi último chance. Shin me animó a intentarlo. Hice mi último esfuerzo y di todo lo que tenía. En los exámenes obtuve una de las calificaciones más altas y en la entrevista ya no era el niño recién graduado de secundaria que no sabía qué hacer con su vida. ¡Ahora todo cobraba sentido! ¡Dios me había preparado para ese preciso momento!
Te escribo estas líneas desde Japón, cuatro años después de mi segunda entrevista. Ya finalicé los estudios y ahora trabajo para una empresa en Tokio y he visto cómo Dios ha dirigido mi vida. Cada sábado, cuando asisto a la Iglesia Adventista Central de Tokio, doy gracias a Dios por haber cumplido mi sueño.
Dios tiene el control de todo, aun cuando no entiendas qué está pasando en tu vida. Si piensas que te mereces algo pero Dios no te lo concede, no te desanimes. Tu sueño no se ha dejado de cumplir porque Dios no quiere complacerte, sino porque él tiene algo mucho mejor para ti, y solo con el tiempo lo comprenderás. Mantente fiel a Dios y experimentarás su fidelidad.
Recuerda que el tiempo de Dios es perfecto.
Louis Rodriguez Santos,
Tokio, Japón
DEVOCIÓN MATUTINA PARA JÓVENES 2018
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