Vivir para Cristo
«Porque en Dios vivimos, nos movemos y existimos». Hechos 17: 28.
En junio de 2001 me trasladaron a un nuevo distrito pastoral. Como joven e inexperto pastor, yo tenía que ir y presentar mis «credenciales» ante dos de los ancianos más influyentes: el hermano X y el hermano Z.
Tratando de lidiar con el sofocante calor de la República Dominicana, una tarde decidí visitar a los hermanos X y a Z vistiendo una camisa de mangas cortas y sin corbata. Mientras visitaba al hermano X este me dijo: «Pastor, su camisa denota que usted es un hombre sencillo, que se identifica con los miembros en su vestimenta. Me gusta verlo así, jovial, ligero, y no con esa formalidad impenetrable que caracteriza a muchos pastores».
Lleno de ánimo salí hacia la casa del hermano Z. La verdad es que me parece que no fui bien recibido por él. Siempre he pensado que el «servicio informativo» del hermano Z le hizo saber que yo había visitado primero al hermano X, y eso le restó puntos a mi visita. Minutos después de haberme presentado como su nuevo pastor, el hermano Z arremetió contra mí: «Ese es el problema de los pastores de ahora, no son formales. Usted no debe visitar a los hermanos en camisa de mangas cortas. Usted tiene que andar con traje y corbata siempre, marcando la diferencia entre el dirigente y los dirigidos». ¡Quedé perplejo!
¿Cuál de los dos tenía razón? ¿A quién debía complacer? ¿Al hermano X o al hermano Z? ¿De verdad era competencia de ellos determinar de qué largo debían ser las mangas de mi camisa? El Evangelio de Lucas dice que la gente criticaba a Juan el Bautista porque ayunaba demasiado, y al mismo tiempo reprochaba a Cristo porque comía (ver Lucas 7: 33-34). Es decir, ya sea de un lado o de otro, siempre tendremos que lidiar con personas que criticarán todo lo que hagamos. ¿Qué hemos de hacer en esas situaciones? ¿Afanamos para que los demás cambien su opinión respecto a nosotros? ¡Imagínate que ni siquiera Jesús pudo lograrlo!
Más bien nos conviene entender que «ninguno de nosotros vive para sí […]. Si vivimos, para el Señor vivimos» (Romanos 14: 7-8).
Si vivo para el Señor, entonces mi mayor preocupación nunca debe ser qué opinan X o Z de mi camisa, sino qué opina Cristo.
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Vladimir Polanco, director de la revista Prioridades