DEVOCIÓN MATUTINA PARA JÓVENES 2018
365 VIVENCIAS DE JÓVENES COMO TÚ
Lecturas devocionales para Jóvenes 2018
«Dios es nuestro refugio y nuestra fuerza; nuestra ayuda en momentos de angustia». Salmos 46: 1
Sucedió el 5 de julio de 2009. Iba caminando por las calles de Miami cuando fui secuestrado por narcotraficantes que me reclamaban el dinero proveniente de las drogas que me habían entregado hacía muchos años. Fue entonces cuando me di cuenta de que había habido un error de identidad. Se lo comuniqué, pero me dijeron que me callara.
Me vendaron los ojos y comencé a tener mucho miedo. Sentí la muerte muy cerca. Mis pensamientos se fueron a mi esposa Carlene, que estaba embarazada de cinco meses de nuestro hijo Joshua. De repente, el Salmo 46: 1 me vino a la mente: «Dios es nuestro refugio y nuestra fuerza; nuestra ayuda en momentos de angustia». Así que comencé a orar.
Condujeron durante más de seis horas antes de encerrarme en una habitación oscura. No tenía ni idea de dónde estaba. Fue entonces cuando me di cuenta de que no tenía a nadie más aparte de Dios. Oré por ellos en voz alta y también pedí al Señor que los perdonara. Cuando el Espíritu Santo me habló, les lancé mi licencia de conducir al suelo, la recogieron, y la sala quedó en silencio de nuevo mientras que escuché una voz diciéndome: «Mantente tranquilo y verás la salvación del Señor».
En ese momento oí la voz de Dios hablándome a través de Isaías 65: 24: «Antes que ellos me llamen, yo les responderé; antes que terminen de hablar, yo los escucharé». ¡Sentí que Dios tenía el control! Alrededor de una hora más tarde me devolvieron mi teléfono móvil, la licencia de conducir y me dejaron en libertad en medio de la oscuridad.
Fue una alegría reunirme con mi familia y amigos. Mi vida fue transformada; prometí al Señor que si me salvaba aquella noche, yo sería un testigo suyo dondequiera que fuera, y eso es exactamente lo que hago.
«Cuando las olas baten contra nuestra zozobrante embarcación, y los relámpagos iluminan los espumosos rompientes que nos amenazan con una destrucción inminente, podemos recordar en medio del peligro que Jesús está a bordo» (Ellen G. White, The Spirit of Prophecy, vol. 2, p. 310). Dios me rescató ese día tanto espiritualmente como físicamente.
Hoy te cuento mi experiencia para que sepas que el Señor puede hacer lo mismo por ti. ¡Confía plenamente en él!
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Lecturas devocionales para Jóvenes 2018
«Ahora vemos de manera indirecta, como en un espejo, y borrosamente; pero un día veremos cara a cara». 1 Corintios 13: 12
LLORÉ, LLORÉ… Y SEGUÍ LLORANDO, hasta que me dije, «¡Está bien! Es hora de que salga de esto y lo enfrente con todas mis fuerzas».
Ser diagnosticada de cáncer de mama en fase dos, con apenas treinta y tres años fue una experiencia de las que cambian tu vida. Caí en depresión y no era capaz de salir de ella. Escuchar de casos de personas que han muerto a causa de esta enfermedad, o de los tratamientos a los que tenían que someterse, me ponían aun peor. Mi decisión de luchar me supuso un cambio de vida y me llevó a colocar toda mi esperanza en Dios.
Cuando, dos años más tarde, el cáncer reapareció, mi fe se esfumó. Siete intervenciones quirúrgicas, cinco meses de quimioterapia, y un mes de radiación después. Estaba desesperada, y empecé a hacerle preguntas a Dios. «¿Por qué yo? ¿No he sido suficientemente fiel?». Comencé a perder la esperanza y casi me rindo de nuevo. Pero por la gracia de Dios las visitas a los médicos fueron finalmente reducidas a cada seis meses, y luego una vez al año. ¡Alabado sea el Señor!
Los periodos entre revisión y revisión médica no estaban de ninguna mánera exentos de problemas. Hubo varios sustos y pruebas durante el camino, pero cada vez que pasaba por un momento de prueba salía airosa, recordando que Dios es fiel. Como seres humanos, a veces es difícil conservar la fe, pero una actitud positiva, el apoyo de la familia y amigos, un montón de oraciones a diario, y la lectura de las Escrituras son grandes fuentes de estímulo.
En una carta dirigida a su hijo Willie, Ellen G. White escribió: «Satanás lo intentará y te probará. Pondrá en tu camino todos los obstáculos posibles, pero debes seguir adelante con fe, esperanza y valor. […] Nunca, nunca desfallezcas» (Carta 19d, 1874).
Han pasado ya quince años y todavía estoy aquí para contarlo. Esta experiencia me ha transformado espiritual, física y mentalmente. Hoy en día soy una persona completamente diferente. Dios me ha llamado a este viaje especial que aun continúa. Es por su gloria por la que cargo esta cruz, mientras que me fortalece a mí y a otros. Después de todo, él nunca nos dará más de lo que podamos soportar. Así que ahora, en vez de preguntar: «¿Por qué yo?», pregunto: «¿Por qué no yo?»
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Lecturas devocionales para Jóvenes 2018
«Dios mío, tú cumplirás en mí todo lo que has pensado hacer. Tu amor por mí no cambia, pues tú mismo me hiciste. ¡No me abandones!». Salmo 138: 8, TLA
ESTOY CONVENCIDO DE QUE cuando Dios nos creó colocó en nosotros un deseo de superación. A pesar de haber crecido en una comunidad dominada por el crimen y la pobreza, mis padres siempre me inculcaron la importancia
de la consagración a Dios. Había días en los que caminaba varias millas para ir a la escuela y me pasaba todo el día sin almuerzo.
En esta situación, hubiese sido fácil rechazar los valores cristianos, dejarse arrastrar al crimen y la violencia, y vivir sin esperanza. Pero mis valores me llevaron a creer que Dios puso en nuestra naturaleza el deseo de crecer, de alcanzar logros, mejorar y desarrollarse.
Ellen G. White, en su libro La educación, escribió, «El ideal que Dios tiene para sus hijos está por encima del alcance del más elevado pensamiento humano. La meta a alcanzar es la piedad, la semejanza a Dios» (cap. 1, p. 17). Cuando tenemos en cuenta a los patriarcas resulta innegable que Dios también puso en ellos el anhelo de superación y progreso, de alcanzar la excelencia. Solo basta con fijamos en que alguien que no tenía facilidad de palabra, como Moisés, llegó a sacar a Israel de la esclavitud; un jovencito soñador, como José, se convirtió en virrey de Egipto; o incluso al joven David llegó a ser rey de Israel.
Aunque tu sientes ese deseo de ser y hacer algo más, pero no sabes qué ni cómo alcanzarlo. Bueno, este es el momento en el que hay que buscar dirección y guía de parte de Dios. Hay muchos que nunca alcanzan el propósito de Dios porque nunca buscan su dirección y consejo. Dios no nos creó para el fracaso, él desea que todos alcancemos la excelencia.
Cuando comprendas y aceptes el propósito que Dios tiene para tu vida, tu actitud cambiará. Las vidas de los verdaderamente grandes hombres y mujeres, no siempre fueron fáciles ni cómodas, en algún momento abrieron sus ojos, y con admirable audacia y determinación, caminaron hacia el objetivo de Cristo Jesús.
Tú también puedes avanzar hoy hacía el plan que el Creador tiene para ti.
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Él se preocupa por ti
«Dejen todas sus preocupaciones a Dios, porque él se interesa por ustedes». 1 Pedro 5: 7
Todo comenzó cuando tenía ocho años. Yo era una niña llena de ilusiones y juguetona, pero por alguna razón no podía disfrutar de la vida como otros niños. ¿Por qué? Tenía dificultad para respirar, y sufría desmayos y convulsiones. Por supuesto, siendo tan pequeña, y al no entender lo que estaba me sentía muy asustada. Sin lugar a dudas mis padres estaban muy preocupados por lo que podría estar afectando a su niñita, pero ellos continuaron orando y se aferraban a la idea de que todo iba a estar bien.
Más adelante, mientras cursaba el cuarto grado de educación secundaria, y después de haber acudido a muchos médicos, tantos que yo había perdido la cuenta, y que ninguno de ellos parecía saber lo que me sucedía, sentía que no podía soportar más la situación. Llegué a perder mi fe en Dios por completo. Yo continuaba preguntándole por qué me estaba pasando todo aquello y por qué no me curaba. Me di por vencida, me dejé llevar, y fue entonces cuando la depresión me golpeó. «Su hija de quince años sufre de depresión»; esta es una declaración que ningún padre quisiera escuchar. Pero de alguna manera, aun después de escuchar estas palabras, la fe de mis padres continuaba intacta y yo no podía entender el porqué.
Era el 8 de noviembre de 2010. Abandoné mi salón de clase y me encontré en la azotea del edificio de mi escuela preparándome para saltar y acabar con mi vida. Mientras daba el último paso hacia el borde, sentí a alguien tirando de mi para alejarme del borde. Dios permitió a uno de mis amigos más cercanos llegar justo a tiempo para salvar mi vida. Fue entonces cuando me di cuenta de que Dios estaba conmigo y tenía un plan para mi vida. A pesar de todas las cosas por las que estaba pasando, él me recordó ese día que se preocupaba por mí.
Ahora, seis años más tarde, todavía sigo padeciendo los desmayos, convulsiones y dificultad para respirar; pero ya no me preocupa más porque sé que mi Dios está ahí conmigo y que él tiene un plan para mi vida.
No sé si has pasado por una situación parecida a la mía, pero quiero animarte a que coloques tu confianza en Dios, porque él se preocupa por ti.
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Lecturas devocionales para Jóvenes 2018
«Si tienes que pasar por el agua, yo estaré contigo, si tienes que cruzar ríos, no te ahogarás; si tienes que pasar por el fuego, no te quemarás, las llamas no arderán en ti». Isaías 43: 2
MI HERMANA, MI MEJOR AMIGA y yo hicimos un viaje a Laughlin, Nevada, con grandes esperanzas de obtener un trabajo para poder pagar la matricula universitaria en 2009. Nos dijeron con toda seguridad que este viaje sería un éxito ya que podríamos conseguir propinas de las habitaciones que limpiásemos y conseguir más de un puesto de trabajo. Nadie mencionó el calor, ya que pensaban que al venir de Jamaica podríamos resistir cualquier clima, siempre y cuando fuese cálido o muy caluroso.
Hubo momentos en los que la propia piscina se convirtió en nuestro enemigo. La unidad de aire acondicionado dejó de funcionar, el agua congelada y el hielo en la cama resultaron inútiles ya que se derretían y calentaban en cuestión de momentos. Nuestras mismas lágrimas se secaban antes de caer al suelo. ¡Fue realmente duro!
Decidimos mejorar en varios sentidos, y fuimos a buscar un segundo trabajo en otros hoteles, o en tiendas de comida y helados. Algunos de los amigos que vinieron con nosotras nos animaron a hacerlo, y nos dijeron que el sábado era uno de los mejores días para ganar dinero extra. Sabiendo que éramos adventistas del séptimo día, nos dijeron, «Dios lo comprenderá». Nosotras les contestamos: «Está bien, gracias», y continuamos buscando.
Nunca conseguimos otto trabajo, pero a diferencia del año anterior, asistimos a la iglesia cada sábado. Había una señora mayor que nos recogía y nos llevaba cada semana. Cuando fuimos a la iglesia nos recibieron con mucho cariño y conocimos nuevos amigos que nos invitaron a sus casas y nos dieron de comer. Nuestro caminar con Dios se hizo más firme. Abandonamos Laughlin, Nevada, con menos dinero del que habíamos planificado, pero con más fe en Dios y en su capacidad de proveer. ¡Y lo hizo!
Después de mucha oración y de recordarle a Dios mi fidelidad a él; al regresar, recibí una beca que cubría toda la matrícula del primer semestre. Además, justo antes de la inscripción del segundo semestre, recibí otra beca para pagar el resto de las cuotas. Dios honra a aquellos que le honran.
Hoy puedes decidir honrar a Dios y verás cómo él te honrará a ti.
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«Yo sé los planes que tengo para ustedes, planes para su bienestar y no para su mal, a fin de darles un futuro lleno de esperanza». Jeremías 29: 11
A LOS DIECISÉIS AÑOS, yo era una ferviente jovencita cristiana entusiasmada por trabajar para el Señor. También estaba segura de que me iría muy bien académicamente. Siempre creí que Jeremías 29: 11 trazaba el plan maestro de mi vida… hasta que llegó la verdadera prueba. Tuve éxito en los exámenes del Consejo del Caribe, y era el momento de cumplir mis sueños universitarios. A pesar de que sabía que financieramente iba a tener problemas, no estaba preocupada. El saber que Dios tiene un plan para mí me hace sentir que todas las cosas resultarán de la mejor manera posible. Sin embargo, la realidad me golpeó sorpresivamente.
Tuve serios problemas para costear mi matrícula. Había días en los que no tenía nada que comer y me sentaba en mi habitación a llorar. Cada semestre, durante los tres años que pasé en la universidad podía ver mi nombre impreso en el tablón de anuncios junto al que se podía leer que tenía pagos pendientes de mi matrícula.
Me sentía desesperada, sin esperanza, perdida y sin tener claro el rumbo de mi vida, sobre todo porque erróneamente pensaba que si Dios tiene un plan para mi vida, entonces siempre tengo que estar dispuesta a vivir una experiencia «buena». Un día traté de reflexionar en el verdadero mensaje que el profeta Jeremías estaba transmitiendo. A pesar de que estaba experimentando desafíos que no esperaba, Dios no se olvidó de mí, y todavía tenía un plan para mi vida.
Me centré de nuevo en Dios y a pesar de los desafíos él me ayudó a superar los obstáculos. Tengo tres consejos que te animarán: 1o. Tómate tiempo para descubrir el plan que Dios tiene para tu vida. 2o. Somete tu vida a ese plan que Dios tiene para ti. 3o. Confía en Dios para que guíe tu vida tanto en los momentos buenos como en los difíciles.
No quiero decir con esto que no habrá pruebas y dificultades, como bien ilustra mi caso, pero al final verás que todas las cosas obran para el bien de los que aman a Dios, como nos dice Pablo (ver Romanos 8: 28).
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Lecturas devocionales para Jóvenes 2018
«Respeta el sábado; no te dediques a tus negocios en mi día santo. Considera este día como día de alegría, como día santo del Señor y digno de honor; hónralo no dedicándote a tus asuntos, ni buscando tus intereses y haciendo negocios. Si haces esto, encontrarás tu alegría en mí, y yo te llevaré en triunfo sobre las alturas del país». Isaías 58: 13-14
HACE ALGUNOS años, mientras vivía en Inglaterra, perdí mi trabajo y estuve sin empleo durante algunos meses. Mis ahorros se estaban agotando. Fue en esos momentos cuando me llamaron para una entrevista de trabajo, y me fue bien. Me ofrecieron un puesto de trabajo. Antes de aceptar, le pregunté si podría trabajar hasta las 3:30 de la tarde los viernes durante el invierno, ya que el sol se pone mucho más temprano durante esa estación.
También pregunté si podría trabajar horas extra durante la semana para compensar los viernes. Antes de darme una respuesta, el entrevistador me pidió que le explicara la razón. Así lo hice, pero me dijo que no podía aceptar lo que le estaba solicitando. Un poco decepcionado, le di las gracias por haberme tomado en cuenta para el trabajo y le dije que no podía aceptar el puesto.
Unas pocas semanas después de la entrevista me hablaron de otra oferta de trabajo en una organización benéfica. Al revisar los requisitos, me di cuenta de que no estaba cualificado, y por eso decidí no presentarme. Al poco tiempo recibí una llamada, en la que me pedían que me inscribiera en la lista, ya que solo una persona lo había hecho. Finalmente lo hice, para darles la oportunidad de ser capaces de llevar a cabo su actividad. Me llamaron para una entrevista, donde hice la misma petición acerca del sábado. La respuesta fue totalmente inesperada.
Me dijeron que mi compromiso con mis creencias decía mucho acerca de mi integridad y que debido a la naturaleza del trabajo, yo era el candidato más adecuado. Me dieron el trabajo porque decidí seguir a Jesús y observar el día de reposo. Dios usó ese trabajo para mostrarme el plan que tenía pensado para mí.
Dios también tiene un plan para tu vida, mantente firme en tus convicciones verás cómo ocurren maravillas.
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Lecturas devocionales para Jóvenes 2018
«Me doy cuenta de la carga que Dios ha puesto sobre los hombres para humillarlos con ella. El, en el momento preciso, todo lo hizo hermoso; puso además en la mente humana la idea de lo infinito, aun cuando el hombre no alcanza a comprender en toda su amplitud lo que Dios ha hecho y lo que hará». Eclesiastés 3: 10-11
ES DIFÍCIL SER ESTUDIANTE UNIVERSITARIO. Un estudiante se enfrenta con problemas que van desde los relacionados con el alojamiento a la toma de decisiones; sin mencionar los cambios de estilo de vida que conlleva ser independiente. Lo que es más preocupante, sin embargo, es la responsabilidad financiera.
Una vez aceptado en la Universidad de las Indias Occidentales de Jamaica supe que el pago de las tasas, de diez mil dólares, debía hacerse en septiembre, y la única manera para optar a un plan de pago era depositar mil dólares. Inmediatamente, empecé a pensar en diferentes maneras de ganar esa suma. Me acababan de negar un préstamo estudiantil, mi madre había sido despedida de su trabajo y mi padre estaba jubilado y empleaba la mayor parte del dinero que ganaba en pagar la hipoteca de la casa. No había ninguna beca disponible para los estudiantes de primer año. Entonces fui a buscar trabajo, sin embargo, ninguna empresa podría pagarme tal cantidad en dos meses, a menos que trabajara los sábados.
Durante ese periodo, decidí acercarme más a Jesús. Me olvidé de las preocupaciones, me uní al coro de la escuela, mantuve varias conversaciones bíblicas con compañeros de clase y pasé mucho tiempo orando antes de estudiar.
Nunca me di por vencido, pero me cansé de la vida escolar y pensé en aprender fontanería en otra institución. Una noche me acordé de la letra de un cántico: «Al final de los sueños rotos él es la puerta abierta». Aquella misma noche recibí un correo electrónico.
Pensé que sería otro aviso de liquidación de pago de mis estudios, y evitar perder el derecho a tomar los exámenes. Sorprendentemente, era un correo electrónico de la Vicerrectoría de Finanzas donde se nos decía que los alumnos podríamos examinamos a pesar de no haber pagado. Mi madre obtuvo un trabajo muy bien remunerado y en pocos meses pudo pagar la totalidad del precio de las tasas.
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«Y ahora, gloria sea a Dios, que puede hacer muchísimo más de lo que nosotros pedimos o pensamos, gracias a su poder que actúa en nosotros. ¡Gloria a Dios […] por todos los siglos y para siempre!». Efesios 3: 20-21
Era el final de mi primer año de educación secundaria, y estaba muy triste porque yo era la peor estudiante de mi promoción. A pesar de trabajar más duro, el segundo año fue prácticamente igual. ¿Era yo una cabeza hueca? ¿Era cierto lo que decían? ¿Estaban mis compañeros en lo cierto cuando me decían que yo no era inteligente? Esta situación continuó durante toda mi educación secundaria, no importaba cuánto lo intentará, simplemente nunca obtenía buenas calificaciones.
Mis calificaciones hicieron que el sueño de convertirme en abogada pareciera una fantasía, pero nunca olvidé que Dios puede darnos más de lo que le pedimos, según el poder de su bondad. Sin dinero y con unas calificaciones horribles; que no me iba a permitir entrar en la Facultad de Derecho, decidí estudiar Gestión en Hostelería y Turismo, que no me gustaba para nada. Suspendí algunos cursos, pero me las arreglé para ir avanzando con las calificaciones mínimas hasta el final. Tardé siete años en lugar de cuatro en obtener el título. Habiendo sido expulsada de mi casa por mi padre, era difícil para mí, ya que estaba trabajando para poco más que sobrevivir. Atrapada por los problemas me olvidé de Dios, pero él no se olvidó de mí.
Al final tuve mi título en las manos, pero no tenía ni un centavo en el banco, además debía mucha renta atrasada, mi despensa estaba vacía y la voz de mi padre me daba vueltas en la cabeza diciéndome que yo no tenía cabeza para estudiar Derecho, pero aun así solicité entrar a la Facultad de Derecho. Me aceptaron gracias a mi primer título y a la misericordia de Dios. Me esforcé, luché, oré y lloré durante los cinco años de la carrera, trabajando más duro de lo que jamás podría haber imaginado.
Me gradué con las más altas calificaciones y me gané una beca. Ahora trabajo como procuradora en mi propia firma. Cada día que abro mi oficina recuerdo que Dios me dio más de lo que le había pedido. Me transformó de una mal estudiante en una abogada.
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Lecturas devocionales para Jóvenes 2018
«Que el Señor tenga compasión y nos bendiga, que nos mire con buenos ojos». Salmos 67: 1
SOY MADRE DE DOS NIÑOS encantadores, por los que doy gracias a Dios cada día. Si no fuera por ellos, no creo que yo estuviera hoy aquí. Era muy joven cuando quedé embarazada de mi primer hijo y no estaba casada. Abrumada por la vergüenza, pensé que nunca más sería digna de Dios ni de su misericordia. Muchas veces quise darme por vencida en esta vida, pero mi Dios tenía otro plan para mí. Colocó a gente de la iglesia en mi vida para que me diesen ánimos. Me recordaron el amor incondicional y eterno de Dios, así como su preocupación por cada detalle de mi vida. Eso me hizo ver las cosas de un modo diferente, logró que en mi corazón prendiera de nuevo la llama del amor hacia Dios, y esa llama arde cada día más y más.
Una de las personas que más apoyo me brindó fue el anciano de mi iglesia con su comprensión y palabras de ánimo. Creo que solo Dios pudo haberle dado un corazón compasivo, además del amor y la misericordia, y le agradezco que haya permitido a Dios trabajar a través de él para cambiar mi vida.
Por aquel entonces, muchas chicas de mi misma edad estaban en la misma desafortunada situación que yo; muchas de ellas nunca regresaron a la iglesia. Estoy muy agradecida por el apoyo que recibí de la iglesia. Una experiencia tan cálida y comprensiva puede marcar la diferencia. Siempre es bueno tener a alguien en la iglesia con quien poder relacionarte y comentar cualquier situación o problema que tengas.
Mi hijo es ahora un joven, y doy gracias a Dios por él cada día. El es muy activo en la iglesia, y está bastante centrado en Dios y en el ministerio, así que quiero dar gracias a mi familia de la iglesia por haberse hecho cargo de mis necesidades y haberme ayudado a construir mi vida espiritual.
Gracias, Señor, por mostrarme tu amor y misericordia a pesar de mis errores. Es probable que tú que lees este mensaje hayas fallado en algún momento de tu vida, hoy te cuento mi experiencia porque quiero que sepas que no importa el error que hayas cometido.
Dios es misericordioso y puede darte una nueva vida, lo hizo conmigo y lo puede hacer contigo.