DEVOCIÓN MATUTINA PARA JÓVENES 2018
365 VIVENCIAS DE JÓVENES COMO TÚ
Lecturas devocionales para Jóvenes 2018
«Escucha lo que te mando: Esfuérzate y sé valiente. No temas ni desmayes, que yo soy el Señor tu Dios, y estaré contigo por dondequiera que vayas». Josué 1: 9, RVC
OBTUVE MI FORMACIÓN ACADÉMICA hasta los quince años en el colegio adventista. A esa edad y motivados por la congestión y contaminación, en todo el sentido de la palabra, de la Ciudad de México, mi familia y yo decidimos mudarnos a una provincia más tranquila.
Como sucede con la mayoría de los jóvenes a esa edad, pasé por un periodo de incertidumbre con respecto a la carrera y la universidad en la que debería de continuar mi formación profesional. Considero que, motivado por el Espíritu Santo, tomé la decisión de prometer: «Señor, reconozco que conoces el presente y el futuro, lo mejor para cada uno de tus hijos, por favor muéstrame dónde quieres que estudie y pueda ser un instrumento tuyo, porque nada hay imposible para ti».
Fue entonces que Dios me respondió a través de un amigo de mi hermano, quién me invitó a solicitar en el Tecnológico de Monterrey, siendo esta institución una de las universidades privadas de mayor prestigio, y por supuesto más costosa del país. Envié la solicitud confiando en que si era plan de Dios que me aceptaran, ello sucedería, y de ser así, haría mi mayor esfuerzo para tener éxito.
Mi primera prueba vino al momento de tomar el examen de admisión, que cayó en sábado. Así que le notifiqué a la persona responsable por qué no podía realizar el examen en ese día, a lo cual preguntó que sí era consciente de lo que esto implicaría. Me mantuve firme en mi posición y me dije a mí mismo: «Si es plan de Dios que ingrese a esta universidad, nada hay imposible para él». Dejándome un momento a solas, regresó la persona y me dijo: «Percibo que eres un joven con principios y valores firmes, te permitiremos realizar el examen en otro día, solo a ti».
Gracias a Dios entré a la universidad becado con el 80%, concluí la licenciatura en Relaciones Internacionales con el mejor promedio de la escuela, y al final me otorgaron una beca del 100% para estudiar un posgrado.
¿Hay algo imposible para Dios? Definitivamente no, él nos llama a ser sus testigos en cualquier lugar y momento de nuestra vida.
Hoy te invito a mantenerte firme en tus principios y valores, a no desconfiar de los planes que Dios tiene para ti y compartir tu testimonio con otras personas.
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Lecturas devocionales para Jóvenes 2018
«Para Dios no hay nada imposible». Lucas 1: 37
OBTUVE MI FORMACIÓN ACADÉMICA hasta los quince años en el colegio adventista. A esa edad y motivados por la congestión y contaminación, en todo el sentido de la palabra, de la Ciudad de México, mi familia y yo decidimos mudarnos a una provincia más tranquila.
Como sucede con la mayoría de los jóvenes a esa edad, pasé por un periodo de incertidumbre con respecto a la carrera y la universidad en la que debería de continuar mi formación profesional. Considero que, motivado por el Espíritu Santo, tomé la decisión de prometer: «Señor, reconozco que conoces el presente y el futuro, lo mejor para cada uno de tus hijos, por favor muéstrame dónde quieres que estudie y pueda ser un instrumento tuyo, porque nada hay imposible para ti».
Fue entonces que Dios me respondió a través de un amigo de mi hermano, quién me invitó a solicitar en el Tecnológico de Monterrey, siendo esta institución una de las universidades privadas de mayor prestigio, y por supuesto más costosa del país. Envié la solicitud confiando en que si era plan de Dios que me aceptaran, ello sucedería, y de ser así, haría mi mayor esfuerzo para tener éxito.
Mi primera prueba vino al momento de tomar el examen de admisión, que cayó en sábado. Así que le notifiqué a la persona responsable por qué no podía realizar el examen en ese día, a lo cual preguntó que sí era consciente de lo que esto implicaría. Me mantuve firme en mi posición y me dije a mí mismo: «Si es plan de Dios que ingrese a esta universidad, nada hay imposible para él». Dejándome un momento a solas, regresó la persona y me dijo: «Percibo que eres un joven con principios y valores firmes, te permitiremos realizar el examen en otro día, solo a ti».
Gracias a Dios entré a la universidad becado con el 80%, concluí la licenciatura en Relaciones Internacionales con el mejor promedio de la escuela, y al final me otorgaron una beca del 100% para estudiar un posgrado.
¿Hay algo imposible para Dios? Definitivamente no, él nos llama a ser sus testigos en cualquier lugar y momento de nuestra vida.
Hoy te invito a mantenerte firme en tus principios y valores, a no desconfiar de los planes que Dios tiene para ti y compartir tu testimonio con otras personas.
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Lecturas devocionales para Jóvenes 2018
«¿Es justo delante de Dios obedecerlos a ustedes en vez de obedecerlo a él? ¡Júzguenlo ustedes mismos!». Hechos 4: 19, NVI
Pasaron las semanas, y el examen se mantenía en sábado. Llegó la semana programada, y se anunció la visita de unos metodólogos que estaban evaluando las escuelas en mi municipio. Ellos dijeron a las autoridades de la escuela que necesitaban llevar a los mejores alumnos a la universidad, por lo que programarían un riguroso examen de matemáticas para el día siguiente, un miércoles. Este examen sería tan difícil de aprobar que los profesores de esa asignatura debían liberar de la prueba del sábado a los que obtuvieran calificaciones de más de ochenta puntos. Estaban seguros de que con esos ejercicios matemáticos difíciles nadie pasaría el reto.
Cuando dieron este anuncio quedaban menos de veinticuatro horas para prepararse, pero yo vi en este desafío la salida por la cual había estado orando. Al siguiente día me presenté al examen y pude contestar las preguntas con seguridad, me había preparado con oración y estudio de la asignatura para poder hacerlo. Al siguiente día, cuando se dieron los resultados, solamente dos estudiantes de toda la escuela habíamos obtenido más de ochenta puntos, le di gracias a Dios porque su plan estaba en marcha y sus propósitos se cumplen a pesar de los obstáculos del camino de la vida. El profesor no lo podía creer, con gusto hubiese cambiado el dictamen de los evaluadores y el parecer de los metodólogos.
Cuando llegó el sábado, todos los alumnos fueron a las aulas y el profesor se dirigió a donde yo hacía mi culto. Me dijo: «No sé qué pasó, siempre las pruebas se hacen en el día que yo digo, debe haber algo que te ayudó, por ahora estás aprobado». Ese «por ahora» se prolongó hasta que pude ingresar a la universidad no solo aprobado por los maestros sino por Dios.
Como joven, van a llegar a tu vida supuestas oportunidades de estudio o de trabajo, donde lo «único» que tienes que hacer son «pequeñas» concesiones en tus convicciones y principios para lograr el éxito. En esos momentos, en los que te puedes preguntar: «¿Qué debo hacer?», recuerda que otros jóvenes cómo tú enfrentaron los mismos desafíos y con la ayuda de Dios obtuvieron el mejor resultado.
Escoge a Dios y obedécele, mi experiencia y la de otros tantos demuestra que vale la pena.
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365 VIVENCIAS DE JÓVENES COMO TÚ
Lecturas devocionales para Jóvenes 2018
«Aunque ande en valle de sombra de muerte, no temeré mal alguno, porque tú estarás conmigo». Salmo 23: 4, RV95
NO TE DARÉ EL EXAMEN en otro día que no sea el sábado, y si no lo tomas, ya sabes, reprobarás el año y no podrás ingresar a la universidad». El maestro fue muy claro y categórico, desafió mi fe en Dios y me colocó en la típica disyuntiva que todos en algún momento afrontamos: ser fiel a pesar de las consecuencias o no serlo y «triunfar» en la vida.
En aquel entonces tenía a penas diecisiete años y cursaba el último año de la preparatoria. Quería convertirme en médico y necesitaba aprobar ese último curso para poder ingresar a la universidad. Mi familia no compartía mi fe, así que ellos abogaban por que yo sacrificara mis principios, si fuera necesario, para llegar a lo que ellos llamaban «la principal» de mis metas. El profesor de matemáticas siempre había visto con recelo que no participaba en las conversaciones frívolas y obscenas que él sostenía con los demás alumnos. Aparentemente este maestro me observaba con sumo cuidado y sentía que mi manera de vivir era una reprensión a su estilo de vida, así que había resuelto destruir mi fe. Con el objetivo de colocarme entre la espada y la pared, el maestro había programado el último examen de matemáticas, el que me permitiría alcanzar la universidad, para que cayera en sábado.
Sin apoyo familiar, sintiéndome abrumado y preocupado, me surgieron pensamientos de desaliento: «Señor, ¿qué voy a hacer ahora? ¿Cómo voy a enfrentar esta prueba? ¿Qué dirá mi familia, cómo les digo que no podré entrar a la universidad?». A pesar de esto, también pensaba: «Pase lo que pase tengo que ser fiel, algo mejor tendrá el Señor para mí». En esos momentos llegué a pensar que tal vez no era la voluntad de Dios que yo me convirtiera en médico, así que oré fervientemente para que Dios me ayudara a comprender el significado de todo esto, y me diera una salida que pudiera glorificarle.
Dios nunca nos prometió que no tendríamos problemas, sino que en medio del «valle de la sombra de muerte» estaría con nosotros. No importa si tu problema es grande o pequeño, solo confía, Dios está contigo. Mañana te contaré cómo terminó mi historia.
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Lecturas devocionales para Jóvenes 2018
«Por tanto, nosotros todos, mirando con el rostro descubierto y reflejando como en un espejo la gloria del Señor, somos transformados de gloria en gloria en su misma imagen, por la acción del Espíritu del Señor». 2 Corintios 3: 18, RV95
Existe un principio prácticamente universal: nos convertimos en aquello que observamos. Este principio puede redundar en nuestro bien o nuestro mal, dependiendo qué contemplemos. Mientras estudiaba en una escuela con internado experimenté el desafío que supuso ser el único joven adventista allí. La influencia del mundo se sentía en cada aspecto de mi vida, sin embargo, intenté vivir conforme a mi fe. Cada día hacía un pequeño culto que consistía en orar y estudiar la Biblia. A veces se reunían algunos alumnos que me hacían preguntas, pero con el objetivo de ridiculizar mis creencias. Había uno de ellos que era especialmente burlón: mi compañero de habitación, así que siempre tenía que soportar su presencia. Este muchacho era famoso en toda la escuela por su promiscuidad y su lenguaje soez y vulgar.
El proselitismo religioso estaba prohibido en la escuela, así que las autoridades escolares vigilaban que yo no lo hiciera, pues varias veces me habían visto orando y estudiando la Biblia, especialmente en época de exámenes. Para ser sincero debo confesar que, dadas las circunstancias, llegué a pensar que nunca sería una influencia para nadie allí.
Pasaron los años y comencé a estudiar en la universidad. Un día escuché una voz detrás de mí que me dijo: «José, que Dios te bendiga». Esto era muy inusual, por lo que me volteé y para mi sorpresa vi a mi antiguo compañero de habitación, me abrazó y me dijo: «¿Recuerdas cuando tú orabas por los exámenes, y cuando hacías el estudio en la cama? Al principio me burlaba, pero después comencé a pedir a Dios que me ayudara con mis exámenes, que yo también quería ir a la universidad. Cuando iba a la casa buscaba una Biblia y la leía, y poco a poco fue naciendo en mí el deseo de tener una fe como la tuya. Gracias a tu vida de fe en la escuela hoy estoy en los caminos de Dios».
Dios te llama hoy a ser un fiel testigo suyo, permite que todas tus acciones reflejen a Cristo pues se dice que tu vida puede ser la única Biblia a la que otros tengan acceso.
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365 VIVENCIAS DE JÓVENES COMO TÚ
Lecturas devocionales para Jóvenes 2018
«Aunque pase por el valle de sombra de muerte, no temeré mal alguno, porque tú estás conmigo; tu vara y tu cayado me infunden aliento». Salmo 23: 4, BA
EL 16 DE noviembre DE 2015 fue uno de los días más oscuros de mi vida, en esa oportunidad atravesé un «valle de sombra de muerte». Ese día le dije a un colega, el pastor Rocael Chuc: «Vamos a inspeccionar la montaña donde realizaremos el próximo campamento». El lugar seleccionado se llamaba Rancho de Teja, y quedaba a unos veinticinco minutos de mi casa, así que en un par de horas podíamos ir y regresar sin problemas.
Subimos a mi camioneta y llegamos a la primera planada y para nuestra sorpresa notamos que el área estaba manchada de negro por los ritos mayas que realizan los aldeanos. Proseguimos y encontramos lo mismo en cada planada. Cuando nos disponíamos a bajar los pobladores de la zona nos rodearon y acusaron de ser se- cuestradores de niños.
La acusación era seria y los aldeanos estaban muy enojados. Al principio eran unos diez, pero en minutos se formó una turba de aproximadamente cien personas. Llegaron tres mujeres que nos acusaban de querer robar a sus hijos. Les presentamos nuestras credenciales de pastores, pero no fue suficiente, luego llegó un hermano llamado Miguel Ángel con la carta original que indicaba que teníamos permiso para estar allí, pero los aldeanos no la aceptaron. Luego llegó el alcalde pero tampoco pudo hacer nada. Estábamos perdidos. Comenzaron a darnos golpes y amenazaban con quemarnos. Ya el sol se había ocultado y la temperatura descendió a unos 8° centígrados así que estábamos asustados y con mucho frío.
Luego llegó un oficial de la policía y con sumo cuidado negoció para que no nos quemaran. Nos subieron a la patrulla y llegamos a un lugar seguro. Mi vehículo fue quemado, pero mi colega y yo logramos salvar nuestras vidas. En ese momento comprendí que las promesas de Dios son ciertas y fieles, él me mostró su misericordia, salvó mi vida y me permitió seguir sirviéndole.
Hoy, aunque tú también pases por el valle de sombra de muerte puedes tener la seguridad de que Dios te protegerá de todo peligro.
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Lecturas devocionales para Jóvenes 2018
«Jehová, en cuya presencia he andado, enviará su ángel contigo, y prosperará tu camino; y tomarás para mi hijo mujer de mi familia y de la casa de mi padre». Génesis 24: 40, RV60
Mi NOMBRE ES Benjamín Reyes, vivo en Guatemala y quiero contarte mi experiencia. El 4 de agosto del 2014 pedí de rodillas a Dios lo que para mí era imposible. Desde pequeño había escuchado las historias de personajes bíblicos como Eliezer y Gedeón que pusieron a Dios a prueba para tomar la mejor decisión. La decisión que me preocupaba era la elección de una pareja. No quería equivocarme en ese aspecto y más porque ya había tomado otras malas decisiones en mi vida.
Ese domingo de agosto le dije a Dios que la señal sería que la muchacha que me invitara a comer en la luna sería la que él habría escogido para mí. ¿«Comer en la luna»? ¿Qué locura es esa? §i, entiendo que suena descabellado, pero desde que conocí al Señor siempre he disfrutado de la meditación y la oración mientras observo las estrellas y la luna y sueño con visitar esos astros cuando vivamos en la Tierra Nueva.
Exactamente cinco meses después, el 4 de enero de 2015, mientras conversaba con Lezly, una chica que había conocido cuatro días antes de mi oración, ella me invitó a comer en la luna a través de un mensaje de WhatsApp. ¿Te imaginas mi rostro al leer esas palabras? Suena increíble, ¡pero sucedió! El mismo Dios de los tiempos bíblicos continúa escuchando y contestando las oraciones de sus hijos.
Hoy, Lezly y yo somos dueños de un restaurante vegetariano llamado «La Luna», ya te podrás imaginar por qué elegimos ese nombre. Cada vez que la veo o miro el nombre del restaurante recuerdo que Dios contestó mi oración y me ayudó a tomar una buena decisión. ¿Qué decisiones enfrentas hoy? ¿Te sientes confundido o inseguro? Hoy quiero invitarte a poner a Dios a prueba, pídele una señal, ruégale que ilumine tu camino y verás que él te ayudará a tomar las mejores decisiones, como lo hizo conmigo. ¿Qué esperas?
Antes de salir hoy a enfrentar la vida pide la dirección divina y de seguro tomarás buenas decisiones.
DEVOCIÓN MATUTINA PARA JÓVENES 2018
365 VIVENCIAS DE JÓVENES COMO TÚ
Lecturas devocionales para Jóvenes 2018
«Los que confíen en mí y usen mi nombre podrán hacer cosas maravillosas: […] podrán agarrar serpientes o beber algo venenoso, y nada les pasará». Marcos 16: 17-18, TLA
Recuerdo que repetía este versículo una y otra vez mientras viajaba hacia Guayaramerin, Bolivia, para servir allí como misionera. Tenía un buen trabajo en Guatemala, pero sentía que algo me faltaba. Dios me había llamado a servirle, tal como escribió Ellen G. White: «Se necesitan jóvenes. Dios los llama para campos misioneros […] pueden adaptarse más fácilmente a nuevos climas y nuevas sociedades, y pueden soportar mejor los inconvenientes y las penurias. Con tacto y perseverancia, alcanzarán a la gente en su ambiente» (Servicio cristiano, cap. 2, p. 42). Servir como misionera ha sido una de las experiencias más gratificantes de mi vida. Inicié creyendo que solo daría ayuda, pero vivir en medio de la naturaleza mejoró mi relación con Dios y resulté siendo yo la beneficiada.
Un sábado viajamos a una iglesia con dos de mis alumnas, ellas cantaban y yo predicaba. Ese día muchas personas aceptaron el llamado a entregar sus vidas a Cristo. A eso de las 4:00 pm comencé a preocuparme porque el último transporte público salía a las 5:30 pm. Los hermanos nos insistieron para que nos quedáramos y predicáramos en la Sociedad de Jóvenes. Al finalizar el culto nos llevaron a la parada, donde esperamos más de dos horas. Estábamos solas y con miedo, además de saber que debíamos regresar esa misma noche al internado.
De pronto, un camión de bebidas pasó y le pedimos que nos llevara. Fue una decisión muy arriesgada pero era nuestra única opción. El conductor nos dio lugar en la cabina y mientras viajábamos comenzó a hacemos preguntas. Le contamos que éramos misioneras y le hablamos de Jesús. Nos llevó hasta la entrada de la carretera que conducía al internado, faltaban unos tres kilómetros para llegar a nuestro destino. El conductor nos regaló su linterna y no nos cobró por llevarnos. Esa noche sentí la protección divina, el recorrido era famoso por estar lleno de serpientes y animales salvajes como panteras, pero en esos momentos el versículo de hoy fue nuestra esperanza y gracias a Dios llegamos sanas y salvas.
¿Sabes algo? No tienes que dejar tu país para predicar el evangelio, pero ya sea que lo hagas o no, siempre podrás contar con la protección divina. Confía hoy en Dios y, como dijo Jesús, experimentarás «cosas maravillosas».
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Lecturas devocionales para Jóvenes 2018
«Los que confíen en mí y usen mi nombre podrán hacer cosas maravillosas: […] podrán agarrar serpientes o beber algo venenoso, y nada les pasará». Marcos 16: 17-18, TLA
Recuerdo que repetía este versículo una y otra vez mientras viajaba hacia Guayaramerin, Bolivia, para servir allí como misionera. Tenía un buen trabajo en Guatemala, pero sentía que algo me faltaba. Dios me había llamado a servirle, tal como escribió Ellen G. White: «Se necesitan jóvenes. Dios los llama para campos misioneros […] pueden adaptarse más fácilmente a nuevos climas y nuevas sociedades, y pueden soportar mejor los inconvenientes y las penurias. Con tacto y perseverancia, alcanzarán a la gente en su ambiente» (Servicio cristiano, cap. 2, p. 42). Servir como misionera ha sido una de las experiencias más gratificantes de mi vida. Inicié creyendo que solo daría ayuda, pero vivir en medio de la naturaleza mejoró mi relación con Dios y resulté siendo yo la beneficiada.
Un sábado viajamos a una iglesia con dos de mis alumnas, ellas cantaban y yo predicaba. Ese día muchas personas aceptaron el llamado a entregar sus vidas a Cristo. A eso de las 4:00 pm comencé a preocuparme porque el último transporte público salía a las 5:30 pm. Los hermanos nos insistieron para que nos quedáramos y predicáramos en la Sociedad de Jóvenes. Al finalizar el culto nos llevaron a la parada, donde esperamos más de dos horas. Estábamos solas y con miedo, además de saber que debíamos regresar esa misma noche al internado.
De pronto, un camión de bebidas pasó y le pedimos que nos llevara. Fue una decisión muy arriesgada pero era nuestra única opción. El conductor nos dio lugar en la cabina y mientras viajábamos comenzó a hacemos preguntas. Le contamos que éramos misioneras y le hablamos de Jesús. Nos llevó hasta la entrada de la carretera que conducía al internado, faltaban unos tres kilómetros para llegar a nuestro destino. El conductor nos regaló su linterna y no nos cobró por llevarnos. Esa noche sentí la protección divina, el recorrido era famoso por estar lleno de serpientes y animales salvajes como panteras, pero en esos momentos el versículo de hoy fue nuestra esperanza y gracias a Dios llegamos sanas y salvas.
¿Sabes algo? No tienes que dejar tu país para predicar el evangelio, pero ya sea que lo hagas o no, siempre podrás contar con la protección divina. Confía hoy en Dios y, como dijo Jesús, experimentarás «cosas maravillosas».
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«No permitas que nadie te desprecie por ser joven. Al contrario, trata de ser un ejemplo para los demás cristianos. Que cuando todos oigan tu modo de hablar, y vean cómo vives, traten de ser puros como tú. Que todos imiten tu carácter amoroso y tu confianza en Dios». 1 Timoteo 4: 12, TLA
Estoy seguro de que a lo largo de este devocional has conocido las historias de varias personas que perdieron su trabajo por causa del sábado, pero esa no es mi historia. Obtuve el trabajo que ahora tengo gracias a la recomendación de una profesora de la universidad. Durante la primera entrevista presenté mis principios cristianos y pedí que respetaran mis creencias, especialmente mi deseo de observar el sábado.
Como ingeniero en alimentos el trabajo depende de la producción, o sea que debo trabajar cuando se me solicite. Gracias a Dios todo iba bien, la única condición era que si se presentaba algún trabajo en sábado debía dejar todo arreglado para ese día. Como cristianos nuestra mejor carta de recomendación es vivir honradamente, manteniéndonos firme a los principios.
Con el tiempo, obtuve mi primer ascenso y fui colocado a cargo de un grupo de empleados. Con ellos comencé a trabajar, pero noté que no eran muy serviciales, su vocabulario no era el más adecuado y muchos de ellos tenían vicios y faltaban frecuentemente al trabajo por estos motivos.
En una oportunidad, mientras conversaba con mi jefe, le comenté que para hacer mejor el trabajo se necesitaba un personal honesto, servicial, responsable, que no se faltaran el respeto y que cuidaran su salud absteniéndose de vicios. Él aceptó mi sugerencia pero me preguntó: «¿Dónde podemos encontrar un personal así?». De inmediato le comenté: «En mi iglesia, la Iglesia Adventista del Séptimo Día, hay muchos jóvenes con estas características». Para la gloria de Dios me permitieron entrevistar jóvenes adventistas y contratarlos en la empresa, obviamente también tendrán la oportunidad de observar el sábado.
A pesar de mi juventud Dios no solo ha provisto para mí sino que también me ha permitido ser un medio de bendición para otros. Verdaderamente vale la pena mantenerse fiel a los principios divinos.
No importa la edad que tengas, te invito a orientar tu vida conforme a los valores cristianos y verás no solo la mano de Dios dirigiendo tus pasos sino que podrás ser un medio de bendición para otras personas.