DEVOCIÓN MATUTINA PARA JÓVENES 2018
365 VIVENCIAS DE JÓVENES COMO TÚ
Lecturas devocionales para Jóvenes 2018
«Por lo tanto, mi Dios les dará a ustedes todo lo que les falte, conforme a las gloriosas riquezas que tiene en Cristo Jesús». Filipenses. 4: 19
INGRESÉ EN EL AÑO 2008 a la Universidad de Linda Vista para estudiar Teología. Uno de los trabajos que tuve que realizar fue el de recoger la basura. Era un trabajo divertido porque todos los que íbamos a bordo del camión hacíamos chistes. Poco tiempo después me cambiaron de trabajo y ahora mi nueva responsabilidad era reparar las líneas telefónicas del campus. Mi nuevo trabajo me resultaba aburrido, pero no tenía otra opción y de paso adquirí una destreza muy útil.
Al final de mi primer año la crisis financiera golpeó mi familia así que mi padre me dijo: «Tendrás que colportar». No me gustó la noticia pues nunca había colportado. El primer día de trabajo lloré. Me encontraba solo, sin dinero y lejos de mi familia. Le presenté al Señor el desafío: mi padre solo podía pagar una parte de mis estudios, y me había dicho que pobremente estudiaría fuera del internado (externo). Le pedí a Dios que proveyera de tal forma que no tuviera que estudiar como externo.
Terminó el verano y regresé a la universidad con la capacidad de pagar seis mil pesos mexicanos al mes. Para mi sorpresa, la colegiatura había subido de precio y ahora costaba 8,300 pesos al mes. Conseguí un descuento de mil trescientos pesos así que ahora solo necesitaba siete mil pesos mensuales para cubrir mis gastos como interno, pero solo tenía seis mil. Enojado con Dios salí de la oficina de cuentas estudiantiles y justo en ese momento pasaba por allí mi antiguo jefe. «¡Ponce, te necesito, inscríbete rápido! ¡Ñapo se fue y hay líneas que reparar!», me gritó mientras seguía su camino. Le grité: «¡Estudiaré como externo, no tengo dinero!». El se devolvió y me dijo: «Vamos a mi oficina». Una vez allí continuó: «Has hecho un buen trabajo. Te puedo ofrecer una beca de mil pesos mensuales. Serás el responsable de las líneas telefónicas del campus y vivirás en el internado». ¡Justo lo que necesitaba!
Cuando salí de la oficina lloré y le di gracias a Dios. Todavía me conmuevo al recordar esa experiencia.
Hoy no sé cuál es tu necesidad, pero sí puedo decirte por experiencia propia que las riquezas de Dios están a tu disposición. Pide, y él te dará.
Esmael Ponce,México
DEVOCIÓN MATUTINA PARA JÓVENES 2018
365 VIVENCIAS DE JÓVENES COMO TÚ
Lecturas devocionales para Jóvenes 2018
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Lecturas devocionales para Jóvenes 2018
«Pacientemente esperé a Jehová, y se inclinó a mí y oyó mi clamor». Salmo 40: 1, RV95
MI PADRE FUE UN LÍDER COMUNITARIO que defendió a los campesinos de los intereses de los poderosos. Ambos, mi padre y mi madre, conocieron el evangelio y se bautizaron en la Iglesia Adventista del Séptimo Día. Mi padre fue un miembro activo de su congregación, pero buscando «una vida mejor» para sus hijos se apartó de la iglesia y terminó hundido en el alcoholismo.
Mi madre y yo nunca dejamos de orar para que él regresara a los caminos del Señor. El 26 de junio de 2006 mi esposa ingresó al hospital donde le practicarían una cesárea. Llamé por teléfono a mi madre para pedirle que orara por mi esposa. Ese mismo día, a eso de las 2:00 pm volví a llamar para infonnar que todo había salido bien. Mi hermana se alegró y a seguidas me informó: «Papá sufrió un derrame cerebral». En ese momento me sentí desesperado e impotente. ¿Qué podía hacer? Viajar para ver a mi padre implicaba un largo viaje. Con lágrimas oré pidiéndole a Dios que me diera la oportunidad de bautizar a mi padre y que le permitiera vivir para estar presente en mi ceremonia de ordenación al ministerio. Por la gracia del Señor mi padre se recuperó y pudo regresar a su casa poco tiempo después.
En marzo de 2007 mi padre me habló por teléfono y me dijo: «Hijo, te llamo para pedirte que vengas a bautizarme». ¡No lo podía creer! Viajé y muy emocionado bauticé a mi padre. Dos años después, en abril de 2009, mi padre viajó unas doce horas y estuvo presente en mi ceremonia de ordenación. El 22 de julio de 2015 platicamos y le canté sus himnos favoritos. «¿Cuándo vas a volver?», me preguntó. «Muy pronto, papá», le contesté con voz entrecortada. Oré con él y me despedí diciéndole: «Si no nos vemos aquí, nos veremos en la patria celestial». Dos días después, el 24 julio, que era el día de su cumpleaños número 84, Dios lo llamó a descansar.
Esperé treinta y dos años «pacientemente», como escribió David, y Dios «se inclinó a mí y oyó mi clamor». Hoy tengo la esperanza de ver a papá en el cielo. ¿Hay alguien en tu vida que quieras ver en el cielo?
Hoy te invito a orar por esa persona y esperar pacientemente en Dios.