DEVOCIÓN MATUTINA PARA JÓVENES 2018
365 VIVENCIAS DE JÓVENES COMO TÚ
Lecturas devocionales para Jóvenes 2018
«Deléitate asimismo en Jehová y él te concederá las peticiones de tu corazón». Salmo 37: 4, RV95
QUIZÁS AL LEER CADA DÍA un testimonio distinto pienses que esa clase de milagros solo le ocurre a otras personas. Yo también pensaba así pero quiero contarte una experiencia que me permitió gozar de la bondad y la misericordia divinas.
Cuando era niña recibimos una llamada que alegró nuestros corazones. Resulta que yo había sido la ganadora de un sorteo y el premio era una mochila con todos los útiles escolares necesarios para ese año. Puede que te preguntes: «¿Y qué tiene de milagroso ganar un concurso?». En ese entonces mi familia estaba atravesando una situación económica difícil y no contábamos con el presupuesto para comprar mis cuadernos y materiales necesarios para comenzar las clases.
Unos meses antes de recibir la llamada, mi mamá y yo habíamos comprado algunos alimentos en un establecimiento donde tenían un concurso de «Regreso a la escuela» y como yo tenía la edad requerida para el sorteo llené el boleto con mis datos. Para ser sincera debo confesar que lo llenamos como quien escribe en un papel sin importancia, y nos olvidamos de eso sin esperar nada. Pero Dios sabía que más adelante la situación económica ameritaría su intervención y ese sorteo «insignificante» fue el medio que utilizó para satisfacer mi necesidad.
Si crees que el testimonio es que gané una mochila con útiles escolares quiero que sepas que ese día gané más que eso, realmente gané más confianza en Dios y fe de que él puede realizar grandes maravillas en mi vida. Nuestro Dios es el Dios de lo imposible. Ve hoy a él y exprésale tu petición, cuéntale tu deseo más profundo, pídele con fe que te conceda aquello que necesitas y que anhelas con todo tu corazón. Si es su voluntad, él te concederá lo anhelado, no importa que sea algo tan sencillo como mis útiles escolares o algo mucho más complejo.
Que tu oración hoy sea: «Señor, ayúdame a confiar más en ti, en tu fidelidad y en tus promesas, que en mi corazón no quede rastro de duda de mi amor por ti. Gracias por todas las bendiciones que diariamente me regalas, amén».
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Lecturas devocionales para Jóvenes 2018
«Para Dios no hay nada imposible». Lucas 1: 37
MI PIEL TENÍA CADA vez más ABSCESOS. Estuve en tratamiento durante casi un mes y no experimenté mejora alguna. Mi caso de lupus se tomó muy delicado. Llamé a una hermana de la iglesia, que es doctora, para que me asesorara en el caso. Ella me indicó varios estudios médicos y los resultados confirmaron lo que tanto temía, así que fui hospitalizada. Poco a poco todo mi cuerpo empezó a deteriofarse, la fiebre no pedía y los médicos decidieron ingresarme en la unidad de cuidados intensivos.
Aunque no conocía mucho de medicina sentía que algo no andaba bien, así que oré pidiéndole a Dios que mi fiebre cediera. Mientras oraba cantaba el himno «Habla, Señor a mi alma». Mientras cantaba sentí cómo la fiebre bajaba desde la frente, pasaba por el pecho y salía por los pies. Entró una enfermera a la habitación para atenderme y empezó a cantar conmigo, aunque no conocía el himno. Desde ese momento no tuve más fiebre.
Mientras permanecí en la unidad de cuidados intensivos sentía que todo era agotador y confuso, perdí la noción del tiempo. Un día la doctora que estaba dándome seguimiento, me dijo que me daría de alta pero que no sabía qué escribir en el informe porque la única explicación era: «Dada de alta por un milagro de Dios». Luego mi familia entró a la habitación para contarme que estuve allí catorce días, que los médicos me habían desahuciado diciendo que solo tenía un dos porciento de probabilidades de sobrevivir, incluso habían sugerido la eutanasia pues sufrí varias complicaciones: descensos abruptos de plaquetas y hemoglobina, tenía líquido en los pulmones, pancreatitis, deficiencia renal y muchos problemas más.
¿Qué marcó la diferencia en mi caso? Que todo el tiempo que estuve allí los hermanos de la iglesia oraron sin cesar, pidiendo un milagro. Constantemente visitaban la clínica oraban por mí y predicaban. Mi caso fue conocido por todas las personas que fueron a ese lugar. Los doctores no podían explicar lo ocurrido. Dios hizo el milagro y mi cuerpo se recuperó completamente y su nombre fue glorificado.
Sé que de haber sido la voluntad de Dios hubiese descansado, pero como sobreviví y me recuperé milagrosamente, comprendí que él tiene un propósito para mí.
Si hoy estás vivo es porque Dios tiene un propósito contigo. ¿Estás dispuesto a vivirlo hoy?
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«Todo lo bueno y perfecto que se nos da, viene de arriba, de Dios». Santiago 1: 17
CUANDO TENÍA ONCE AÑOS conocí a Cristo y le entregué mi corazón. En ese momento no imaginaba todas las circunstancias que atravesaría para dar testimonio de los principios bíblicos, especialmente sobre la observancia del sábado. En un país donde la feligresía adventista representa poco menos del uno porciento de población nacional, decir «soy adventista del séptimo día» constituye un gran desafío. Permíteme contarte una breve experiencia que marcó mi vida.
Cuando tenía quince años me tocó tomar una asignatura titulada «Instrucción premilitar», en la cual se enseñan temas como la seguridad y defensa del país. La dirección del liceo decidió que esta asignatura se impartiría los sábados de mañana. Presenté el caso a la directora y ella me dijo: «Por ahora te vamos a colocar en horario de la noche, pero ve pidiendo un permiso a tu iglesia para asistir el sábado a esta clase».
Preocupado le expliqué el caso a mi hermano mayor. Ambos nos arrodillamos y pedimos la dirección divina. También consulté el caso con una de las profesoras y ella me sugirió que apelara a una instancia mayor: la Zona Educativa Municipal. Siguiendo este consejo preparé y deposité una carta en el despacho de la coordinadora docente, la cual envió un oficio al colegio para reajustar todos los horarios de profesores para que dicha asignatura fuese impartida de lunes a viernes. ¡Sorprendente! ¡Gloria a Dios! En un plantel educativo de unos quinientos estudiantes Dios modificó los horarios por uno solo que no quiso negociar sus principios.
Hoy soy médico, y siempre he experimentado la providencia y dirección divina. Mi experiencia puede parecer sencilla y poco trascendente, pero produjo en mí un impacto que ha perdurado hasta hoy. Hoy te recomiendo que busques a Dios cada mañana, que no te fijes en la prosperidad de los impíos, como se sintió tentado a hacer el salmista, y que te mantengas fiel a sus principios aunque se desplomen los cielos.
Tienes un protector que siempre será bueno con su pueblo.
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«Porque todo el que es hijo de Dios vence al mundo. Y nuestra fe nos ha dado la victoria sobre el mundo». 1 Juan 5: 4
¿SABÍAS QUE TODO EL CIELO está interesado en la salvación de la raza humana? Al ver la conversión que el Espíritu ha obrado en la gente, nos damos cuenta de que no tenemos razón para dudar de que el Señor quiere ayudarnos en cada aspecto de nuestras vidas.
He tenido la oportunidad de predicar en diferentes lugares, uno de los más curiosos fue la comandancia policial de San Diego, Estado de Anzoátegui, Venezuela, lugar donde los hermanos imparten estudios bíblicos. Allí conocí a una dama que estaba ansiosa de entregar su vida a Cristo Jesús. Después de conversar con ella, me dijo que el único día que podía bautizarse seria el sábado. «Este es el único día permitido para las visitas», me dijo. Así que oramos y nos despedimos.
Durante esa semana no dejé de orar por ella y el sábado fui con el hermano que predicaba en esa penitenciaria. Para nuestra sorpresa nos dimos cuenta que ese día la penitenciaria estaba cerrada. Contactamos a una hermana que mantenía comunicación con la joven y nos mencionó que la habían cambiado de estación policial. Cuando la ubicamos, nos informó que el siguiente lunes la regresarían a la estación de San Diego, y que quería ser bautizada.
El lunes cuando llegamos a la prisión me dijo: «Pastor no hay agua». En ese momento me desanimé, pero luego dije: «Dios, ayúdame a creer que obrarás un milagro». Me aferré a las promesas divinas y le dije al Señor: «Si me toca cargar agua lo haré».
Cuando llegué a la cárcel la dama me dijo: «Pastor, espere afuera, porque me dejarán salir para bautizarme». Luego salió con la encargada de la prisión, quien me preguntó: «¿Dónde tiene su vehículo? Cerca hay un río, vamos para que ella sea bautizada». ¡No podía creer lo que había escuchado! Ese día, en un río, Dios me demostró que para él no hay nada imposible.
Hoy quizás estás viviendo una experiencia que te ha llevado a orar con fervor y pedir un milagro, si ese es tu caso te animo a confiar en el Dios de los milagros, él cumplirá sus promesas, yo lo he vivido y sé que es cierto.
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«Porque él ordenará que sus ángeles te cuiden en todos tus caminos». Salmo 91: 11. NVI
«ES HORA DE IRNOS, se está haciendo tarde. Necesitamos llegar lo antes posible al salto porque el cauce del río está comenzando a descender». Llevábamos una embarcación cargada con 2,600 litros de gasolina distribuidos en trece tanques de doscientos litros cada uno, para las máquinas que trabajaban extrayendo oro. Debíamos avanzar río arriba más de ocho horas, junto con mi compañero experto en navegar las aguas del río Cuyuní en el Estado de Bolívar. El cauce del río estaba disminuyendo por la sequía y debíamos llegar hasta el salto más peligroso, bajar la carga, pasar los barriles arrastrándolos unos cincuenta metros, pasar la embarcación al otro lado amarrada y halada con cuerdas, para luego volver a cargarla y continuar nuestro camino.
Como no sabía navegar mucho en ese río, antes de entrar al salto que tenía un remolino peligroso, decidí entregar el control a Alvaro, mi compañero, para que él atracara. Nada salió como esperábamos y ese día la embarcación naufragó justo en la boca del remolino. Este remolino era muy peligroso; expertos nadadores que habían naufragado allí habían sido tragados y sus cuerpos eran hallados días después. Yo nadé como pude hasta llegar a la orilla, mientras Alvaro gritaba: «¡Ayúdame, ayúdame!», aferrándose a un tanque de gasolina que flotaba en las aguas turbulentas. Como pude, le tiré una cuerda para que la tomara y así pude ayudarlo. Y lo que pensamos que sería un viaje de ocho horas se convirtió en uno de tres días.
Gracias a Dios porque ese dia él salvó nuestras vidas de la muerte. No hay otra explicación. Nadie más estaba allí para ayudarnos, pero Dios y sus ángeles estuvieron presentes y nos salvaron. Meses después tomé la decisión de estudiar Teología, y hoy me gozo en ser un pastor para la gloria de Dios.
Cada vez que recuerdo este incidente, entiendo que el Señor me libró del foso de la muerte y que mi vida solo está sostenida por un Dios de milagros.
El Dios que ha protegido mi vida tantas veces, estoy seguro de que también enviará sus ángeles para que te protejan a ti.
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«Oirás una voz detrás de ti, que te dirá: “Por aquí es el camino, vayan por aquí’’». Isaías 30: 21
EN OCTUBRE DE 1995, tras el paso del huracán Roxana por México, nos encontrábamos en una gira de reconocimiento de daños. El sábado nos reunimos con los líderes de las iglesias en Campeche y Champotón. Antes de la puesta del sol nos despedimos de los hermanos, que nos advirtieron de complicaciones en el camino, y salimos por la ruta 180 con la intención de llegar a Ciudad del Carmen.
A un tercio del recorrido notamos que había agua del mar sobre el pavimento. Al avanzar, los charcos se hicieron profundos, al punto de que casi cubrían los neumáticos. El pastor Admussen dijo: «Hace rato que nadie viaja en contrasentido, hay agua sobre la carretera y el mar encrespado empeorará las cosas. Si continuamos podemos quedar atrapados. Observen —continuó—, las aves se están comportando muy extrañamente». Nos detuvimos y después de orar decidimos regresar. Cuando íbamos de regreso notamos que un gran grupo de camiones y autobuses seguía por la carretera. Pensamos que nos habíamos equivocado al devolvernos, pero luego vimos a un camionero detenerse y preguntarnos:: «¿Hay un lugar donde pueda dar vuelta?». Le dimos la referencia más cercana y el explicó: «Recibí la noticia de que el huracán está de regreso en categoría tres y antes de las diez azotará con violencia toda la costa». Confirmamos así que lo mejor era regresar y buscar un lugar seguro.
Una semana después, el domingo, decidí ir a la oficina de la Asociación. Cerca de la puerta, en el suelo, estaban los diarios de varios días y los levanté. El encabezado de uno de ellos decía: «Cementerio de automóviles y camiones en la desaparecida carretera de Champotón a Ciudad del Carmen». Cuando termine de leer la información, un escalofrío recorrió mi cuerpo. Aquella noche Dios nos había librado de la tragedia.
No necesitas enfrentar un huracán para que Dios te libre como lo hizo conmigo. Hoy no permitas que la obstinación por alcanzar tus metas te envuelvan. Toma tiempo para escuchar al Espíritu Santo.
Permite que te transforme y te dé la sensibilidad para escuchar y reconocer la voz de Dios cada día.
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«El que se porta honradamente en lo poco, también se porta honradamente en lo mucho; y el que no tiene honradez en lo poco, tampoco la tiene en lo mucho». Lucas 16: 10
ALGUNA VEZ TE HAS PUESTO A PENSAR que Dios puede usarte de muchas maneras? El Señor está interesado en ti, por tanto todos los planes que decidas poner en marcha debes hacerlos «con todo empeño», como dice el Sabio.
Durante el invierno de 2008, un compañero y yo circulábamos por las calles de Monterrey, México, como parte de un programa de salud que promovíamos por medio de la ventas de libros. Una mañana, mientras nos dirigimos caminando a la estación del tren, noté un rollo de dinero en el suelo. Nunca había encontrado tanto dinero junto.
Inicialmente reaccioné con temor. Pisé el rollo en tanto que decidía si recogerlo o no. Indeciso, le comenté a mi compañero, que se había adelantado unos metros. Al acercarse le dije que había encontrado algo y le mostré el dinero. Continuamos nuestro camino mientras dialogábamos sobre cómo nos distribuiríamos el dinero, ya que ambos lo necesitábamos. Entramos al metro y allí percibí que una chica buscaba desesperadamente algo. Abría su bolsa y no lo encontraba, revisaba su camisa, su pantalón y nada. Entonces tuve la impresión de que lo que yo había encontrado le pertenecía.
Le hice señas a mi compañero, y él se le acercó y le preguntó: «¿Qué buscas?», Afligida contestó: «Mi dinero, lo perdí y no lo encuentro». Le pregunté cuánto era y ella dijo la cantidad. Lo contamos, y era exactamente la cantidad que ella había indicado. Así que le entregamos el dinero y le dije: «Toma tu dinero, Dios te lo ha devuelto». La joven no podía creer lo que había ocurrido y nos dio las gracias con lágrimas en sus ojos. Entonces aprovechamos la oportunidad y le hablamos de Jesús y de su amor por ella.
Ese día ella obtuvo una doble recompensa: recuperó su dinero perdido y escuchó hablar de Jesús. Hoy tú también tienes la oportunidad de ser un canal de bendición para otros.
Procura hacer lo correcto y verás que aunque aparentemente no obtengas una recompensa inmediata, Dios será glorificado y tú vivirás feliz.
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«Así que, primero busquen el reino de Dios y su justicia, y se les dará todo lo que necesitan». Mateo 6: 33, PDT
SOY ESTUDIANTE DE ODONTOLOGÍA, y debido a lo difícil y ajetreada que es esa carrera, siempre somos de los últimos estudiantes en finalizar el periodo académico y salir de vacaciones.
Cuando nos tocaba tomar el examen final de Química orgánica, la doctora preguntó qué día de la semana nos convenía tomar la prueba. Como no hubo ninguna propuesta, ella misma sugirió que escogiéramos entre lunes o miércoles; pero nadie podía asistir en esos días. El viernes ella no podía pues tenía un compromiso así que dijo: «Está bien, como no se ponen de acuerdo lo haremos el sábado».
Cuando escuché esas palabras solo atiné a pensar: «¡Oh no! ¿Qué haré ahora?». Me levanté de mi asiento un poco nerviosa, pero decidida a luchar por mi fe, y le dije: «Doctora, yo no puedo ese día». «¿Por qué? —me preguntó— ¿Acaso usted es de esas personas que va los sábados a la iglesia y no hacen más nada?». A lo cual respondí: «Sí, voy a la iglesia los sábados, soy adventista y no pienso venir ese día». «Bueno —dijo la maestra—, ese no es mi problema, sus compañeros no pueden tomar el examen otro día».
En ese momento elevé una corta oración pidiendo sabiduría, y Dios puso en mi mente la idea de pedir una votación para saber si los demás alumnos podían tomar el examen otro día. Y para honra y gloria de Dios, todos dijeron que el miércoles podían tomarlo. ¡Eso después de haberse negado a tomarlo ese día! Al final la maestra dijo: «Para ayudar a su compañera adventista, el examen será el miércoles».
Sé que Dios se manifestó y tocó los corazones de mis compañeros y claro, de mi maestra. Siempre tengo en mente Mateo 6: 33 y abrigo la seguridad de que si pongo todo en las manos del Señor y lo busco cada día, él estará conmigo. ¿Tu fe está siendo probada? Hoy te invito a confiar en Dios y verás cómo ocurren maravillas.
Dios se manifestó en mi vida ese día, con un simple examen de química, y sé que hoy él se puede manifestar en la tuya.
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«Pero él me dijo: “te basta con mi gracia, pues mi poder se perfecciona en la debilidad”.Por lo tanto, gustosamente haré más bien alarde de mis debilidades, para que permanezca sobre mí el poder de Cristo». 2 Corintios 12: 9, NVI
CUANDO ERA PEQUEÑA asistía con mis padres a la Iglesia Adventista. Por parte de mi padre, la mayoría de mi familia es adventista; sin embargo mis padres dejaron de asistir a la iglesia cuando yo tenía unos siete años. Una de mis tías tenía la costumbre de pedirle permiso a mis padres para que mi hermana y yo pudiéramos ir los fines de semana a su casa y asistir con ella a la iglesia. Pero al llegar a la adolescencia mis visitas a la iglesia fueron disminuyendo cada vez más.
Cuando cursaba el cuarto año de la carrera de Medicina mis padres decidieron divorciarse. Ese fue uno de los momentos más amargos de mi vida y me marcó para siempre. Sentía que la vida no tenía sentido para mí, ya no habían sonrisas en la casa, una oscuridad invadía mi hogar, eran noches de insomnio, habían muchas preguntas sin respuestas y como resultado me deprimí, sentía que no valía la pena seguir viviendo.
Un día mi tía llamó a mi mamá y nos invitó a la iglesia. Mis hermanos accedieron sin problema, y aunque yo no tenía muchos ánimos de ir accedí a asistir. Luego de ese primer culto empezamos a asistir sábado tras sábado a la iglesia. Muchas veces llegaba solo a la hora del culto porque tenía clases en la universidad, pero seguí asistiendo.
Uno de los diáconos comenzó a darnos estudios bíblicos y empecé a leer la Biblia en casa. Cada vez que la abría encontraba esperanza y fuerzas para seguir adelante. Hubo una semana en la que sentí constantemente la necesidad de leer Romanos 6. Cuando lo hice comprendí que Dios me estaba invitando a entregarle mi vida por medio del bautismo.
El 16 de abril del 2011 entregué mi vida a Cristo y desde entonces he sentido su grandeza en mi vida. La situación que me deprimió fue la misma que me condujo a Cristo.
Como dijo Pablo, nuestros momentos de mayor debilidad nos permiten apreciar la maravillosa gracia de Dios.
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Lecturas devocionales para Jóvenes 2018
«Recuerden lo que dice: “Cuando oigan hoy su voz, no endurezcan el corazón como hicieron los israelitas cuando se rebelaron”». Hebreos 3: 15, NTV
CADA DÍA TOMAMOS DECISIONES, algunas son buenas y otras son malas. Durante mi adolescencia tomé la peor decisión que un ser humano puede tomar: alejarse de Dios. Como típico adolescente, me rebelé contra la iglesia y toda buena influencia en mi vida, rechazaba a todo el que intentara convencerme de que estaba actuando mal, pero Dios tenía un plan para mi vida.
En diciembre del 2006 viajé con mi mamá a Bogotá, Colombia, a comprar telas para iniciar un nuevo negocio familiar. Después de una semana de negociaciones emprendimos el viaje de regreso. Yo no tengo problemas para dormir mientras viajo, pero mi mamá estaba muy asustada porque el autobús iba muy rápido.
A las cuatro de la mañana del siguiente día el conductor se quedó dormido y el autobús con sus cuarenta y cinco ocupantes rodó por un precipicio de unos trescientos metros de profundidad. Mi mamá fue expulsada por las ventanas y aferrándose de la hierba subió hasta la carretera. Por todas partes ella escuchaba lamentos y pedidos de auxilio, pero a mí no me escuchaba. Después de las labores de rescate se supo el saldo final: veinticinco pasajeros habían perdido la vida y varios más con heridas graves.
Seis horas después del accidente, soldados del ejército colombiano lograron llegar al fondo del precipicio donde yacían los restos del vehículo. La mitad se la había llevado el río y la otra mitad quedó en la rivera. Según su informe solo habían dos sobrevivientes, un pequeño niño y yo. Saber que estuve al borde de la muerte fue un llamado que no pude resistir; tuve que caer al fondo del abismo para reconocer que solo en Dios la vida tiene sentido.
Ahora tengo el privilegio de dedicar mi vida al Dios que tantas veces rechacé y trabajo como pastor de la Iglesia Adventista. Hoy Dios te llama para que le sirvas, hoy tienes la oportunidad de abandonar el mundo y entregar tu vida a Cristo.
No endurezcas tu corazón, toma la mejor decisión que puedes tomar en tu juventud: aceptar a Jesús y caminar con él hacia la eternidad.