Más que historia
“Blasfemará contra el Altísimo, y quebrantará a sus santos, y hasta intentará cambiar los tiempos y la ley, pues le serán entregados durante un tiempo, y tiempos, y medio tiempo” (Daniel 7:25, RVC).
El 14 de julio de 1789 fue de esos días que hacen historia, y también cambian el mundo para siempre: sucedió la Toma de la Bastilla. Fortaleza medieval que solo contenía siete prisioneros, su caída en manos de revolucionarios parisinos supuso, simbólicamente, el final del Antiguo Régimen y el punto inicial de la Revolución Francesa.
A las 8 de la mañana del 15 de julio de 1789, en el Palacio de Versalles, el duque de Rochefoucauld-Liancourt informó a Luis XVI de la toma de la Bastilla:
-Pero ¿es una rebelión? -preguntó el rey.
-No, señor, no es una rebelión: es una revolución -respondió el duque.
Esta Revolución, que sentó las bases del sistema de gobierno “democrático” (gobierno del pueblo), también originó la descristianización de Francia y de toda Europa. Así, la Revolución Francesa acometió, principalmente, a la Iglesia Católica, que conformaba el 95% de la ciudadanía francesa; y también persiguió otras religiones, como la de los hugonotes, considerados protestantes. Con este objetivo, se confiscaron tierras de la iglesia; se removieron estatuas, altares y cualquier clase de iconografía de los lugares de culto; y se destruyeron cruces, campanas y otros signos de culto. Se instituyó un credo revolucionario y cívico, que incluía el Culto a la Razón y el subsiguiente Culto al Ser Supremo.
Culminó en la captura y exilio del papa Pío VI. Esto significó el final de la profecía de 1.260 años de Daniel. Un rey francés, Clodoveo (iniciador de la dinastía Merovingia), inicialmente apoyó al papado para reafirmar el dominio que tendría sobre toda Europa durante la Edad Media (período de 1.290 y 1.260 años de la profecía). Ahora, con la Revolución Francesa, la misma Francia limitaba ese casamiento entre Iglesia y Estado, generando libertad política (democracia) y religiosa (separación entre Iglesia y Estado).
Comprobamos aquí cómo la profecía se cumplió tal como la Biblia lo había declarado. Elena de White aconseja: “Debemos ver en la historia el cumplimiento de la profecía, debemos estudiar las obras de la Providencia en los grandes movimientos de reforma, y entender la marcha de los acontecimientos en la reunión de las naciones para el conflicto final de la gran controversia” (Consejos para los maestros, p. 349).
Hoy, vive con la certeza de que Dios tiene el destino de este mundo en sus manos y que muy pronto pondrá fin al gran conflicto. MB
DEVOCIÓN MATUTINA PARA JÓVENES 2017
UN DÍA HISTÓRICO
Pablo Ale – Marcos Blanco
Lecturas devocionales para Jóvenes 2017