El juicio al mono
“Todo fue creado por medio de él y para él. Él ya existía antes de todas las cosas y mantiene unida toda la creación” (Colosenses 1:16,17, NTV).
El 10 de julio de 1925, comenzaba el “Juicio de Scopes” o, como muchos periódicos lo bautizaron, el “Juicio al mono”. Fue un resonado caso legal en los Estados Unidos, en que se acusaba a John T. Scopes de transgredir el Acta Butler, que establecía la ilegalidad, en todo colegio del Estado de Tennessee, de “la enseñanza de cualquier teoría que niegue la historia de la creación divina del hombre tal como se encuentra explicada en la Biblia, y reemplazarla por la enseñanza de que el hombre desciende de un orden de animales inferiores”. Scopes fue acusado de enseñar la Teoría de la Evolución, utilizando un libro de texto basado sobre ideas inspiradas en el libro de Charles Darwin El origen de las especies.
El caso atrajo a los medios de Estados Unidos, constituyéndose en un punto álgido en la controversia entre Evolución y Creación en ese país. El juicio enfrentó a dos de los abogados más brillantes de la época: William Jennings Bryan, miembro del Congreso y tres veces candidato presidencial, que estuvo a cargo de la fiscalía; y el destacado abogado Clarence Darrow, quien dirigió la defensa.
Se evidenciaba la controversia entre fundamentalistas y modernistas. Enfrentaba a modernistas -defensores de la no inconsistencia de la evolución con la religión- y fundamentalistas -para quienes la Palabra de Dios, revelada en la Biblia, es prioritaria sobre toda otra forma de conocimiento humano. Así, se convirtió en una disputa teológica sobre si el evolucionismo debería ser enseñado en escuelas y colegios.
Esta incompatibilidad es relativamente nueva. En el pasado, la ciencia no era una filosofía secularista. Algunos científicos históricamente influyentes, como Sir Isaac Newton, incluían a Dios en sus explicaciones sobre la naturaleza. Otros científicos notables, que cimentaron la ciencia moderna, como Kepler, Boyle, Ga- lileo, Lineo y Pascal, creían en un Dios activo en la naturaleza, y ocasionalmente se referían a Dios en sus escritos científicos. No contraponían la existencia de Dios y sus descubrimientos, porque creían que él estableció las leyes y la regularidad de la naturaleza, que posibilitan los estudios científicos. Ahora, contrariamente, se encuentra obvio el tratar de demostrar todo en forma materialista, sin considerar la existencia de Dios.
Según Colosenses 1:16 y 17, Cristo creó todas las cosas, y las diseñó. Siendo uno con el Padre eternamente (Juan 1:1-3), es el principio de toda creación: todo lo creado tiene su origen en él. Y Cristo sigue sustentando toda su creación.
La Biblia no deja lugar a dudas. Hoy vive y cree esta verdad. MB
DEVOCIÓN MATUTINA PARA JÓVENES 2017
UN DÍA HISTÓRICO
Pablo Ale – Marcos Blanco
Lecturas devocionales para Jóvenes 2017