La campana de la libertad
“Más ahora que habéis sido libertados del pecado y hechos siervos de Dios, tenéis por vuestro fruto la santificación, y como fin, la vida eterna” (Romanos 6:22).
La Campana de la Libertad, ubicada en Filadelfia, Pensilvania, Estados Unidos, es de gran importancia histórica. Es, quizás, uno de los mayores símbolos asociados a la Guerra de la Independencia de ese país. Es uno de los grandes emblemas de independencia, abolición de esclavitud, carácter de la nación y libertad de los Estados Unidos, y usada como icono internacional para el concepto de libertad.
Esta campana fue traída desde Londres en 1752, y tenía grabada la frase: “Y pregonaréis libertad en la tierra a todos sus moradores”, aludiendo a Levítico 25:10. Tuvo su momento de gloria cuando varios historiadores mencionaron que habría sido la que anunció la proclamación de la independencia de los Estados Unidos el 4 de julio; aunque historiadores modernos sostienen que, en realidad, el anuncio fue el 8 de julio, y entonces sonó junto con otras campanas, para acompañar ese anuncio.
En la Biblia, también hay un evento que anunció públicamente la libertad que Cristo había comprado para toda la humanidad pecadora. Los evangelios mencionan que, en el mismo momento en que Cristo exhalaba su último aliento sobre la cruz, la tierra tembló, las rocas se partieron y el velo del Templo se rasgó de arriba abajo. En ese mismo momento, además, el cordero del sacrificio escapó del altar. Ya no se necesitaba el símbolo: la sombra se había encontrado con la realidad. El cordero sin mancha sobre el altar ya no era necesario, porque el Hijo de Dios, sin pecado, ahora moría en la cruz por cada uno de nosotros.
El Evangelio de Mateo agrega, además, que en ese mismo instante los sepulcros se abrieron, y muchos creyentes en Dios resucitaron como primicias de la batalla que Cristo acababa de ganar sobre la muerte. La campana de la libertad había sonado tan fuerte que despertó a aquellos que dormían el sueño de la muerte.
No olvides nunca que la campana de la libertad en Cristo Jesús ya ha sonado. Ya no somos más esclavos del pecado. Esto implica que nuestra mente, nuestro espíritu y nuestro cuerpo ya no necesitan estar bajo la servidumbre del pecado. Si bien el pecado será erradicado totalmente cuando Dios destruya a Satanás y la muerte misma en el lago de fuego y azufre, hoy podemos experimentar la liberación del pecado en nuestra vida diaria en la gracia de Cristo, que perdona nuestros pecados y nos brinda el poder del Espíritu Santo para vivir una vida victoriosa.
Hoy, vive como alguien liberto en Cristo, y no como esclavo del pecado. MB
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