“El día de la victoria”
“Porque todo lo que es nacido de Dios vence al mundo; y esta es la victoria que ha vencido al mundo, nuestra fe” (1 Juan 5:4).
Y, finalmente, llegó el día de la rendición. En el marco de la Segunda Guerra Mundial, la Alemania nazi firma la rendición incondicional el 8 de mayo de 1945 a las 22:43. Ese fue un día histórico: oficialmente, la guerra había terminado. La diferencia horaria entre los países occidentales y los de Europa del Este hace que los primeros celebren el Día de la Victoria el 8 de mayo y los segundos, el día 9. Más allá de estos vaivenes cronológicos, tanto de un lado como del otro esto se vivió como una verdadera fiesta.
En virtud de esto, la Asamblea General de las Naciones Unidas declaró que el 8 y 9 de mayo son días para el recuerdo y la reconciliación. También considera que son días para rendir homenaje a las víctimas caídas en ese gran conflicto bélico. El establecimiento de estos días no es porque sí: debe servir para que las generaciones futuras rehuyan el flagelo mortal que es una guerra.
Nosotros somos partícipes de una batalla de dimensiones universales, mucho más terrible que cualquier guerra de este planeta. Conocemos ya el resultado de la contienda. Una muestra de ese futuro glorioso figura en Apocalipsis 15:2 y 3: “Vi también como un mar de vidrio mezclado con fuego; y a los que habían alcanzado la victoria sobre la bestia y su imagen, y su marca y el número de su nombre, en pie sobre el mar de vidrio, con las arpas de Dios. Y cantan el cántico de Moisés siervo de Dios, y el cántico del Cordero, diciendo: Grandes y maravillosas son tus obras, Señor Dios Todopoderoso; justos y verdaderos son tus caminos, Rey de los santos”. He aquí nuestro día de la victoria.
Sin embargo, aún estamos en las trincheras. Renovados con la fuerza y el poder de Dios, salgamos a vencer hoy nuestras tentaciones, nuestros malos hábitos, y todo aquello que sea nocivo para nuestra vida espiritual.
Hoy puede ser un día histórico. El enemigo no firmó la rendición todavía, pero está vencido. Lucha como soldado de Jesucristo. “Sufre penalidades como buen soldado de Jesucristo” (2 Tim. 2:3).
“Sólo tienen una cosa en vista, y avanzan y se elevan constantemente gritando: ‘¡Victoria!’ Pero no hay llamamiento para el indolente, el temeroso y el incrédulo, quien, por su falta de fe y de disposición a negarse a sí mismo por la causa de Cristo, impide que la obra avance” (Elena de White, Mensajes para los jóvenes, p. 30). PA
DEVOCIÓN MATUTINA PARA JÓVENES 2017
UN DÍA HISTÓRICO
Pablo Ale – Marcos Blanco
Lecturas devocionales para Jóvenes 2017