Un “viaje” en bicicleta
Tendrás alucinaciones y dirás disparates” (Proverbios 23:33, NTV).
Cuando leí que el 19 de abril es considerado el “Día de la Bicicleta”, me entusiasmé. Me gustan mucho las actividades aeróbicas, y andar en bicicleta es una de mis favoritas. La desilusión fue grande al descubrir por qué se recuerda este día.
Albert Hofmann fue un destacado químico y científico suizo. En 2007, fue nombrado en el primer puesto de los “cien mayores genios vivos”, del diario británico The Telegraph. Muy temprano en su carrera, describió la estructura química de la quitina, componente de los caparazones, las alas y las garras de insectos y crustáceos, entre animales. Hofmann es más conocido por otro de sus descubrimientos.
Comenzó a estudiar el hongo del cornezuelo para un programa de síntesis de componentes activos de plantas medicinales, para el uso farmacológico. Primeramente, no encontró este uso para este hongo, y el proyecto quedó estancado cinco años. En abril de 1943, Hofmann volvió a sintetizar el principio activo de este hongo.
Al manipularlo, absorbió una pequeña cantidad a través de sus dedos. Describió: “En un estado parecido al del sueño, con los ojos cerrados, percibí un flujo ininterrumpido de dibujos fantásticos, formas extraordinarias con intensos despliegues caleidoscópicos. Esta condición se desvaneció dos horas después”.
El 19 de abril, consumió 250 microgramos de esta sustancia. Esta vez, los efectos alucinógenos fueron mucho mayores, y casi no podía hablar. En ese estado, volvió a su casa en bicicleta. Con todos los sentidos alterados, ese viaje es considerado uno de los más famosos realizados en bicicleta. Había descubierto los efectos alucinógenos del LSD, droga que todavía hoy es utilizada por gran cantidad de personas.
Entre sus efectos fisiológicos, hay contracciones uterinas, fiebre, niveles elevados de glucemia, aumento de la frecuencia cardíaca, transpiración, pupilas dilatadas, insomnio, parestesia, hiperreflexia y temblores. Los efectos en el estado de ánimo son muy variados. En términos generales, genera estado de susceptibilidad emocional que conduce tanto a tristeza intensa como a euforia. Contribuye al desarrollo de problemas mentales en quienes ya los tienen o son propensos a estados psicóticos. Incluso puede inducir al suicidio, como en el caso de Syd Barrett, compositor de algunos de los éxitos de Pink Floyd.
En un grado mucho mayor que el alcohol, ha servido como escapismo de la realidad para muchos. El resultado final trasciende la euforia inicial. Las drogas destruyen carreras profesionales, familias enteras, y hasta la vida. En lugar de escaparse de la realidad, la solución es tener a Cristo en el corazón, el único que puede dar significado y propósito a nuestra vida, además de esperanza para el futuro.
Hoy, sigue a Cristo y aléjate de las drogas y el alcohol. MB
DEVOCIÓN MATUTINA PARA JÓVENES 2017
UN DÍA HISTÓRICO
Pablo Ale – Marcos Blanco
Lecturas devocionales para Jóvenes 2017